Elseworlds The Batman nº 03

Título: La estrategia del Joker
Autor: Luis de los Rios
Portada: Jacobo Gonzalez
Publicado en: Octubre 2012

Hacía tiempo que nadie había oído hablar del Joker, eclipsado por la aparición del Caballero Oscuro y sus otros rivales... ¡pero eso va a cambiar desde este mismo momento! Más mortífero que nunca el Payaso Príncipe del Crimén va a a asestar un golpe mortal a la ciudad de Gotham. ¿Podrá Batman detenerle?
Bruce Wayne perdió a sus padres en uno de los oscuros callejones de la deprimida Gotham City. Desde entonces ha estado obsesionado con ayudar a su ciudad, convertirla en un lugar mejor donde eso no vuelva a ocurrir. Ahora va a hacerlo, pero no en el modo que todos esperan...


Batman creado por Bob Kane

Calles de Gotham City.
El caos se apoderaba de la ciudad, cuando el Joker había decidido actuar y bombardear varias calles en el centro. La gente corría asustada. Los coches volaban por los aires. Un reducido grupo de policías de asalto avanzaba entre la multitud, golpeando a cada matón que iba vestido de payaso.
Mientras tanto, el Joker miraba desde el tejado de un edificio alto toda la fiesta que había organizado. Sonreía, y cuando había una explosión aplaudía.
“Tiene gracia, cuánta gente vendrá cuando dices las palabras adecuadas.” Pensó el payaso.
Gordon salió de su coche, pistola en mano, gritando “¡Que nadie se mueva!” varias veces. Poco después, salió también del vehículo su agente de policía acompañante. Era una guapísima chica, delgada, rubia, con unos grandes ojos de color azul. Vestía el clásico uniforme de policía azul, al contrario que Gordon.
- ¡Dios mío! ¡¿Qué está pasando?! – gritó la chica, cuyo nombre era Harley Quinn.
- El Joker está pasando. – respondió Gordon.
Una explosión pasó cerca de ambos. Gordon alcanzó a un agente de policía que corría asustado.
- ¡¿Dónde están los refuerzos?!
- ¡Nosotros somos los refuerzos! – respondió el agente.
Una granada voló por el cielo de Gotham y cayó justo encima del coche de Gordon. Gordon agarró a Harley y la tiró al suelo, esquivando la explosión. El policía, sin embargo, no tuvo la misma suerte.
- ¿Qué hacemos ahora? – preguntó Harley.
Gordon miraba todo el caos que se había montado. Tres policías murieron cuando su coche patrulla explotó con ellos dentro...
- ¡Necesitamos a Batman!
Dormitorio de Bruce Wayne. Cinco horas antes.
Bruce despertó de golpe cuando Alfred abrió las cortinas y un rayo de luz penetró directamente en sus ojos.
- Las cortinas, Alfred. – dijo Bruce.
- Lucius ha venido para verle, está en la entrada. ¿Le digo que pase o bajará usted?
- ¿Por qué ha venido tan pronto?
- Son casi la una de la tarde, señor.
- ¿Qué día es hoy?
- Domingo, señor. Le diré al señor Fox que irá en un momento. Me inventaré alguna excusa.
Alfred salió del dormitorio. Bruce se levantó de la cama, se puso su albornoz de baño y bajó las escaleras hacia la entrada.
- Lucius, me alegro de verte. – dijo Bruce al ver a Lucius.
- Veo que trabajas mucho. – respondió Fox.
- Es domingo...
- ¿Supongo que habrás ido a la guerra de nuevo?
- Sí, una panda de matones en una licorería ayer por la noche. Iban armados.
- Bien, tengo el objeto que me pediste. ¿Para qué es, si se puede saber?
- Es una actualización para Callie, está teniendo muchos fallos últimamente. Probablemente sea por haber estado veintidós años apagada. en un laboratorio abandonado.
- ¿Y cómo vamos a pagarlo? Vale más de cuatrocientos mil dólares.
- Te haré un cheque.
Lucius le dio la actualización para Callie a Bruce, que en realidad era un simple disco. Cuando Lucius se hubo ido, Bruce fue al acuario.
La Bat-cueva.
- Bruce... me alegro... verte...
Callie estaba cada vez peor, ahora confundía las palabras.
Bruce abrió el procesador de Callie y quitó algunos cables y el disco viejo, que estaba quemado. Luego lo sustituyó por el nuevo disco y comenzó a teclear cosas.
- Reseteo del sistema. – dijo la voz robótica de Callie.
Poco después, la pantalla principal se encendió.
- ¿Cómo te sientes? – preguntó Bruce.
- Técnicamente no puedo sentir, soy un ordenador. – respondió Callie.
- Me alegra verte de nuevo, ¿todo bien?
- Todo está perfectamente calibrado.
- Bien.
- ¿Qué tenemos en la agenda hoy?
- Quería pasar el día descansando. Pasear un rato por el jardín, ver un poco de tele, pedir una pizza... Estoy cansado de luchar contra el crimen.
- ¿Solo han pasado dos semanas desde que eres Batman y ya estás cansado? – preguntó Callie.
- Tan solo quiero un día. Solo uno. Continuaré mañana, pero hoy quiero relajarme. ¿Es mucho pedir?
- No. – contestó Callie.
Alfred entró en la Bat-cueva con varias cartas en las manos.
- Su correo, señor.
Alfred le entregó a Bruce las cartas. Una era de su sobrina, Amanda.
Comisaría de policía de Gotham City.
Harley Quinn, vestida con ropa informal, entró a la comisaria y se acercó a recepción.
- Hola, ¿en qué puedo ayudarle?
- Soy Harley Quinn, vengo desde Coast City. Vengo a ver al detective James Gordon. – explicó Harley.
- Suba las escaleras, gire a la izquierda y continúe por el pasillo hasta llegar a la sala de evidencias. Está algo ocupado, quizás necesite ayuda.
Harley asintió y fue hacia la sala de evidencias. Entró y vio a Gordon rodeado de un montón de papeles, carpetas, libros y expedientes. Estaba todo muy desordenado.
- Tú debes de ser la nueva. Harley, ¿verdad? – preguntó Gordon.
- ¿Vengo en mal momento?
- Oh, no. Solo estaba buscando un expediente. El comisario me tiene persiguiendo a Batman. También está el Joker, que envía amenazas a todo el que puede. También tengo la reunión del consejo para hablar de los impuestos... en fin, un fin de semana muy atareado. – contestó el teniente.
- Parece que tienes mucho trabajo.
- Sí, pero tengo que hacerlo.
- Ya veo.
Se estrecharon las manos.
- Ahora coge una carpeta y empieza a revisarlas. – dijo Gordon.
Harley sonrió, se sentó en la mesa y se puso a leer unas carpetas.
 Escondite del Joker.
Tras su anterior pelea con Batman, Joker tuvo que buscarse otro escondite donde pasar el tiempo. Y encontró una fábrica abandonada y vacía, donde pudo instalarse. Y ahí estaba el hombre que ríe, sentado encima de su enorme y colorido trono, viendo un programa de cotilleos en la televisión. Dos secuaces suyos se acercaron a él.
- ¿No veis que estoy viendo la tele? – preguntó Joker.
- Eh, señor, necesitamos decirle que...
¡BANG! Joker disparó al secuaz que acababa de interrumpirle. El otro matón miraba el espectáculo, asustado. Joker continuó atendiendo al programa, hasta que poco después se acabó.
- Parece que últimamente todos quieren ser como yo. El Enigma. ¡Ja! Vaya nombre más tonto. Por lo menos yo tengo gracia, sus acertijos no tienen ningún sentido. Deberían llamarle “El Hombre Sin Sentido”. – dijo el payaso.
Joker se dio cuenta de que el otro secuaz seguía ahí:
- ¿Y bien? ¿Qué querías?
- ¿Vas a dispararme? – preguntó el secuaz.
- ¿Por qué iba a disparar a mis propios hombres? Eso sería estúpido, ¿no crees?
- Has disparado a Gerry.
- Bueno, nunca fue un buen matón. De hecho, ni siquiera era un matón, era un policía encubierto.
- ¡¿Qué?! – preguntó el matón, sorprendido.
- Lo que oyes. Tres años, y se pensaba que no me había dado cuenta. Bueno, habrá que hacerle un sitio bajo tierra y tendré que escribir a su esposa una carta...
- Use el correo electrónico.
- ¿Qué narices es el correo electrónico?
- Sirve para mandar mensajes por Internet.
- ¿Y qué demonios es el Internet? – preguntó el Joker, pues para él esas palabras no tenían ningún sentido -. ¿Seguro que no eres el Enigma? Porque estás haciendo muchas preguntas.
Joker sacó el periódico del día, y lo abrió por la sección de venta de vehículos.
- Si se me permite preguntar, ¿para qué mira usted la sección de automóviles? – preguntó el matón.
- Batman tiene su propio coche, y pensé que sería correcto que yo tuviese el mío. Por la foto parece muy bueno, ¡y por solo tres mil pavos!
El matón se fue, mientras Joker sonreía.
 Salón de la Mansión Wayne.
Bruce estaba sentado en el sofá, viendo el documental “Mordeduras de Cocodrilo, con la colaboración de Waylon Jones”. Pasaba el día tranquilo que llevaba dos semanas esperando. Alfred entró al salón.
- Nunca me había dado cuenta de cuánta basura ponen en la televisión. Es patético. – dijo Bruce.
- Rara vez veo la televisión, señor. Estoy muy ocupado con usted. – contestó Alfred.
- Podrías tomarte un descanso. Llevas trabajando aquí desde hace cuarenta y dos años. Mi padre era muy joven cuando llegaste por primera vez.
- Recuerdo el primer día que entré por estas puertas. Su abuelo me asustaba bastante.
- Ya, a mi también me asustaba. – rio Bruce.
Alfred sonrió también. Bruce se dio cuenta de que nunca había tenido una conversación así.
- A veces pienso en cómo sería la vida si no hubieran ido al teatro aquella noche. Quizás seguirían vivos aún.
- Fue culpa mía, Alfred. – dijo Bruce, al que la tristeza comenzaba a invadir.
- No, Bruce. No fue su culpa.
- He intentado culpara Joker y a Joe Chill desde hace veintidós años, pero la verdad es que si yo no hubiera querido irme seguirían vivos. Yo soy el responsable de su muerte.
- Se lo repetiré, no fue culpa suya. Ese asesino les mató, no usted.
Bruce se aguantaba las lágrimas:
- ¿Qué estoy haciendo, Alfred?
- ¿Qué quiere decir?
- Batman. Empecé esto porque quería saber la verdad, pero después de lo que pasó con Vicki y Edward... los que están cerca de mí acaban muertos o secuestrados. ¿Qué pasaría si eres tú el siguiente? – preguntó Bruce.
- Usted no hace esto porque quiere. Lo hace porque nadie lo haría si no. La ciudad necesita esperanza. Es lo que su padre quería, y es lo que está haciendo. Dar a la gente de esta ciudad algo por lo que seguir viviendo, y hacerles saber que incluso en los tiempos más oscuros, siempre hay alguien que les cuida.
Bruce asintió, reconfortado por las palabras de su mayordomo.
Sala de evidencias en la comisaría de policía.
Harley y Gordon estaban leyendo un archivo sobre el Joker.
- Tiene que significar algo, quiero decir, Joker no lo habría hecho si no. – dijo Harley.
- Es un rompecabezas. Pero no tiene ningún sentido. Nos llevará por lo menos una semana el descifrarlo.
- No tenemos tanto tiempo.
- Necesitaremos ayuda. – dijo Gordon.
- ¿Y de dónde se supone que la sacaremos? – preguntó Harley.
Estaba claro que Gordon conocía la respuesta.
Asilo de Arkham. Poco después.
Había empezado a llover cuando Gordon y Harley llegaron en un coche patrulla a la puerta principal (y la única de entrada) al Asilo de Arkham. Uno de los guardias de la unidad de fuerzas especiales TYGER que custodiaban la puerta se acercó al coche.
- ¿Puedo ayudarle?
- Detective James Gordon, del Departamento de Policía de Gotham City. He venido para hablar con Edward Nygma. – contestó Gordon.
- ¡Abra la puerta! – le dijo el guardia al otro que permanecía en la puerta.
Las puertas se abrieron. Gordon y Harley salieron del coche y entraron al manicomio.
El doctor Jonathan Crane, persona a cargo del asilo, les recibió. Era joven, de pelo negro y con gafas.
- Detective, un placer. – dijo Crane.
- Necesito hablar con uno de tus pacientes. Edward Nygma.
- Ah sí, Enigma. Síganme.
Crane, Gordon y Harley avanzaron por el pasillo de celdas. Los presos “mandaban saludos” a Gordon, que era la persona que había encerrado a muchos de ellos. El único que permanecía callado en su celda era un hombre sin camiseta, mostrando las cicatrices que él mismo se había dibujado en la piel, una por cada mujer que asesinaba. Y eran bastantes...
- Ignoren al señor Zsasz. En realidad es una persona muy amable. – dijo Crane.
- ¿No mató a veintitrés mujeres? – preguntó Harley.
- Y Dios sabe a cuántas más. – añadió Gordon.
Crane respondió:
- Eso fue en el pasado. Victor ha estado en rehabilitación durante meses. Es inteligente, y bastante expresivo.
- ¿Por qué corta su piel? – preguntó Harley.
- Dice que lo hace para que la sensación de sufrimiento no permanezca en su cabeza, sino en su piel.
Llegaron a la celda de Edward. Crane explicó:
- Es un paciente muy difícil, todavía no tengo un diagnóstico para él. Es bastante extraño comparado con los otros, habla siempre de la misma persona. Dice que sabe quién es Batman y cuando le preguntan, lo ha olvidado.
- Abre la puerta. – ordenó Gordon.
- No hay problema. Solo una advertencia: aléjense de él, le gusta morder a las personas.
Gordon y Harley entraron a la celda de Nygma.
- Detective. – saludó Edward.
- Edward, voy a ir al grano. Necesito tu ayuda para resolver un acertijo.
- ¿Un acertijo?
- Sí.
- Muy bien, te ayudaré...
- Gracias.
- Pero antes deberás hacer algo por mí.
- ¿Qué? – dijo Gordon, suspirando.
- ¿Qué trepa por las paredes y envía redes para atrapar a su presa?
- Una araña. – contestó Gordon.
- ¡Bravo!
Gordon le pasó a Edward el papel donde venía escrito el acertijo. Edward leyó el papel:
- Hago que la gente ría hasta que lloren, y cuando llega el momento les veo morir. Me ves aquí, me ves allá. ¿Por qué sigues intentando cogerme como a un oso? Esperaré hasta que la luna se vuelva llena, hasta que me de cuenta de mi verdadero potencial. Cuando caiga la noche yo ascenderé, y llamaré a la puerta del Grande.
- ¿Qué significa? – preguntó Gordon.
- ¡¿Eres tonto?! – gritó Nygma.
Harley intervino:
- ¡Responde a la pregunta, bicho raro!
- ¡¿Me ha llamado bicho raro?!
Gordon le susurró a Harley:
- No insultes al tipo, nos está ayudando.
- Perdón. – contestó ella.
Edward reveló la respuesta al acertijo:
- La respuesta al acertijo es que esta noche a las ocho el que escribió esto hará algo en Grand Street.
- ¿Y qué significa el oso? – preguntó Gordon.
- Es una manera para él de llamarte. ¡¿Es que no sabes nada?!
Gordon no le hizo caso y él y Harley salieron de la celda. Crane cerró la puerta.
- ¿Lo tienen todo? – preguntó el doctor.
- Todo lo que hemos podido.
- Bueno, me alegra haberles servido de ayuda. ¿Necesitan algo más?
A James Gordon se le ocurrió que era la oportunidad perfecta para investigar más sobre Jack Napier:
- ¿Tienes aquí a un tal Joe Chill por casualidad?
- Sí, fue trasladado la semana pasada. ¿Desean hablar con él?
- Sí. – contestó Gordon.
- Entonces síganme.
Escondite del Joker.
Joker veía las noticias, que mostraban a Edward Nygma siendo escoltado a Arkham por Gordon.
- Todo el mundo habla sobre Enigma cuando deberían estar hablando de mí. ¿Qué ha pasado? ¿Se han quedado ciegos? Yo soy el centro del mundo, yo soy el criminal que Gotham se merece. No un tío con un traje verde y un sombrero estúpido.
Uno de los matones del Joker entró.
- Señor, según nuestra fuente en Arkham, James Gordon ha resuelto el acertijo que usted le mandó. – informó el matón.
- ¿Quién le ha ayudado?
- Fue Enigma, señor.
- ¿Otra vez él? ¡Todos parecen haberse olvidado de mí!
Joker golpeó al matón, noqueándolo.
- ¡Esta es mi ciudad!
Joker fue a su mesa y miró el periódico. En él había una foto de James Gordon.
- ¿Así que quieres que juguemos? Conozco un juego al que podemos jugar, un grande y maravilloso juego.
Joker pasó la página y vio el artículo: “¿Dónde está Batman?”, por Vicki Vale.
- Pero primero, a llamar al murciélago.
Joker entró a la sala de juegos donde sus matones se divertían.
- ¿Qué estáis haciendo ahí parados?
- Joker... señor... lo sentimos. – dijo uno de ellos.
- Siempre con disculpas. Bien, ya basta de disculpas. Esta noche atacaremos el corazón de Gotham. Pero primero, tenemos que sacar a Batman de su cueva, y de nuestro camino. Tengo un plan, un gran plan.
- ¿Qué quiere que hagamos?
- Encended el fuego y que se extienda el humo. Esa noche bailaremos sobre la capa del caballero negro.
Sala de interrogatorio del Asilo de Arkham.
El hombre gordo y calvo que vestía un traje de preso de color naranja, llamado Joe Chill, estaba sentado al lado de James Gordon.
- Buenas tardes, Joe.
- ¿Qué quieres? – preguntó Chill.
- Quiero hablar sobre Jack Napier.
- ¿Qué quieres saber?
- Todo. ¿Sus contactos?
- Ninguno, que yo sepa.
- Eras su compañero hace veintidós años cuando juntos matasteis a Thomas y a Martha Wayne.
- ¿Qué estás insinuando, detective?
Gordon mostró un expediente a Chill, sobre el Joker.
- Tú no les mataste, ¿verdad?
- Sí, yo lo hice. – contestó Chill.
- No. No estabas allí. Napier tenía otro compañero, pero no eras tú. ¿Quién era?
- Fui yo. Yo les disparé a los dos y luego me fui corriendo.
- ¿En serio?
- Mis huellas estaban en el arma y encontrasteis el cargador en mi chaqueta. ¿Qué más quieres?
- ¿Y qué me dices del chico?
- ¿Qué chico?
- Bruce Wayne, el hijo de Martha y Thomas. Estuvo allí cuando murieron.
- Ah sí, el chico. Le dejé ir.
- Mientes. – dijo Gordon.
- Por favor, créeme. – suplicó Chill.
- ¿Quién era el otro hombre, Joe?
- No puedo decirlo. Si digo algo, me matará. Yo cometí el crimen.
- Puedo hacer que te liberen y meterte en un programa de protección de testigos, nadie te encontrará.
- No. Esto es más grave de lo que crees. Si digo algo, nadie me podrá salvar.
- Dime la verdad.
- ¡Guardias! ¡Quiero volver a mi celda!
Un guardia de seguridad entró en la sala y se llevó a Joe. Gordon suspiró y salió también.
Harley y Crane esperaban fuera de la sala de interrogatorios.
- ¿Todo bien? – preguntó Crane.
- No del todo, pero no importa. Gracias por su tiempo, doctor.
- Encantado de poder ayudar.
Gordon y Harley salieron del enorme manicomio.
- ¿Dijo algo? – preguntó Harley.
- Que esto es más grave de lo que pensamos. ¿Puedo confiar en que mantendrás esta reunión en secreto?
- Tu secreto está a salvo conmigo.
Dormitorio de Bruce Wayne.
Bruce estaba echado en la cama, en ropa interior, mirando cosas en su ordenador portátil. Le llamó la atención una página web llamada “Action Tales”, donde se relataban sus aventuras.
- Dios mío. Batman tiene seguidores.
Alfred entró por la puerta.
- Ha venido a verle una señorita joven, señor.
- Vaya, si es Vicki dile que estoy muy ocupado por unos...
De repente, entró en la habitación una chica joven, de unos dieciocho años, de pelo marrón, con una sonrisa tímida. Bruce se escondió corriendo detrás de la puerta para poder ponerse una camiseta y unos pantalones. Cuando se los puso, saludó a la chica:
- Hola, Barbara.
Barbara, la hija del teniente de policía James Gordon, contestó:
- Hola Bruce. Mi padre me ha pedido que te de esto. Dijo que era importante.
Barbara le dio el maletín a Bruce.
- ¿Necesita algo más? – preguntó Alfred.
- ¿Quieres un café o un refresco? – añadió Bruce.
Barbara contestó:
- Nada, muchas gracias.
Alfred asintió y se fue.
Barbara se sentó en la cama al lado de Bruce.
- Has crecido. – dijo Bruce.
- Tú no has cambiado mucho.
- ¿Cómo está tu madre?
- Está bien.
- ¿Y tu hermano?
- Sigue siendo un niñato.
Bruce sonrió.
- Me acuerdo de cuando eras una niña, estabas coladita por mí. Han pasado varios años...
Bruce abrió el maletín. Dentro había un collar de perlas.
- ¿Qué es? – preguntó Barbara.
- Era de mi madre. Lo llevaba la noche en que murió. ¿Por qué me enviaría esto tu padre? – preguntó Bruce.
- Lo único que sé es que estaba en su mesa cuando llegué a casa. Había una nota, también te la he traído.
Bruce leyó la nota. Mostró expresión de sorpresa cuando se dio cuenta de que la nota y el maletín no eran de Gordon.
- Dios mío, no...
- ¿Qué pasa? – preguntó Barbara.
- ¿Estaban tus padres en casa?
- No, no estaban.
Bruce llamó a Alfred, que poco después entraba con cara de preocupación.
- ¿Qué sucede?
- Ponla a salvo, ahora. – contestó Bruce.
- ¿Dónde, señor?
- Al refugio bajo las escaleras. Llévala, rápido.
Los tres salieron del dormitorio cuando se oyó la puerta abrirse, y posteriormente, pasos.
Bruce condujo a Alfred y Barbara a una habitación secreta que había bajo las escaleras.
- Quedaos ahí, los dos.
- ¿Qué está pasando? – preguntó una asustada Barbara.
Bruce contestó:
- Te han seguido.
Los hombres del Joker entraron al vestíbulo. Eran cinco en total. Bruce fue donde estaban ellos.
- Mirad lo que tenemos aquí, chicos: un súper-héroe. ¿Has venido a salvar el día, verdad? – se burló uno de los matones.
- Fuera de mi casa. – contestó Bruce.
- Es más un castillo embrujado. Cuántas cosas de valor, seguro que le gustan al jefe.
Bruce agarró un bate de béisbol. Los matones sacaron una navaja cada uno. Los cinco atacaron a Bruce. Bruce golpeó a uno de ellos con el bate en la cabeza, luego esquivó el navajazo que le dio otro.
- ¡Encargaos de él! Yo encontraré a la chica. – dijo un matón, que parecía ser el cabecilla.
Bruce golpeó a los tres matones que luchaban contra él, dejándolos inconscientes en el suelo.
 Calles de Gotham City.
Dos furgonetas blancas aceleraban por la carretera cuando una enorme explosión las mandó volando por los aires. Las líneas de gas bajo el asfalto comenzaron a dispararse, y poco después tuvo lugar otra explosión.
Joker pirateó la señal de la televisión para poder mostrar su mensaje. En el escenario estaba Joker en medio, y dos personas a su lado: a su izquierda estaba un niño, y a su derecha una mujer adulta.
- Buenas tardes, Gotham. Aquí Joker, con un anuncio importante al ver las explosiones que están ocurriendo en la ciudad. Parece que alguien ha dejado que un loco gire las válvulas de la estación de gas. ¡Ups! Espera, ese soy yo. ¿Queréis oír algo más divertido? Seguro que sí: yo, como todo el mundo, tengo una petición. Mi petición es simple, quiero a Batman. La policía sabe quién es y dónde está, solo tenéis que dar con él. Si no lo hacéis, bueno... supongo que estos dos morirán, y otras cien personas cada hora si Batman no aparece.
Joker cortó la señal.
Comisaría de policía de Gotham City.
Se formó un alboroto enorme en la sede del departamento de policía. Gordon y Harley corrían por el pasillo. Harley preguntó:
- ¿Dice la verdad?
- Sí, y hará lo que ha prometido a menos que encontremos a Batman.
- ¿Y cómo demonios le encontraremos? Podría estar en cualquier parte.
Gordon y Harley entraron al despacho del comisario Walker.
- ¡¿Qué te pasa, Walker?! ¿No has oído los teléfonos sonando? ¿O las explosiones en las calles? Joker está destruyendo la ciudad para buscar a Batman y nos acaba de decir que sabemos quién es y dónde está. Tiene rehenes, dos.
- Acabo de hablar con el alcalde por teléfono sobre ello, soy consciente de...
- ¡¿Te vas a quedar aquí mientras ese loco destruye Gotham?! – interrumpió Harley.
- No me gusta tu tono, jovencita. – contestó Walker.
- ¡Tenemos que detener a Joker, o la ciudad quedará destruida! – dijo Gordon.
Otra explosión se vio por la ventana.
Mansión Wayne.
El cabecilla de los matones peinaba la mansión Wayne en busca de Barbara Gordon. Justo cuando pasó de largo, Barbara salió de su escondite y noqueó al matón con una llave de artes marciales.
Barbara y Alfred salieron del escondite cuando Bruce fue hacia ellos:
- ¿Estás bien? ¿Quiénes eran esos hombres y qué querían? – preguntó Barbara.
- A mí. Eran hombres de Joker. – contestó Bruce.
- No creerás... ¿no creerás que está intentando acabar lo que empezó?
- Acaba de intentarlo. Alfred, ¿estás bien? – preguntó Bruce.
- Perfectamente, señor. – contestó Alfred.
Bruce se dirigió a Barbara.
- Deberías estar a salvo aquí. Alfred, llévala a la cocina y ponle algo de beber.
- ¿A dónde vas? – preguntó Barbara.
- Tengo un asunto pendiente.
Bruce corrió en dirección al acuario.
Mientras tanto, Joker miraba todo el caos que había provocado desde un tejado elevado. Dos matones sostenían a sus rehenes, Barbara y James Gordon, esposa e hijo del teniente de policía. Estaban llorando.
- No lloréis, me pongo muy triste cuando la gente llora. Me gustan las caras sonrientes, ¡sonreíd!
Joker se acercó al pequeño James.
- ¿Quieres ver un truco de magia? – le preguntó.
El niño miraba a su madre.
- Ella no va a hacer un truco de magia, ¿por qué la miras a ella?
James miró a Joker.
- Mira esta carta, es un cinco de picas. De color negro. – dijo Joker, mostrándole la carta -. Pero yo puedo cambiarle el color.
Joker llamó a uno de los matones, que dejó a James en el suelo y fue hacia el Joker.
- Este truco es muy complicado, así que presta atención, James. Hay que hacerlo perfecto o acaba pareciendo... un desastre.
Joker sacó una navaja y rajó el cuello del matón. La sangre cayó sobre la carta. Barbara gritó y James se echó a llorar.
Joker mostró la carta a James, ahora era roja.
- ¿Ves? ¡Magia!
Joker sonrió y volvió a mirar a la calle, a la gente corriendo de lado a lado, y saltando por los aires cuando una explosión les alcanzaba.
“Tiene gracia, cuánta gente vendrá cuando dices las palabras adecuadas.” Pensó el payaso.
 Mientras tanto, en medio del caos, Gordon y Harley llegaron a toda velocidad en coche.
- ¡Dios mío! – gritó Harley.
- Vamos.
Poco después de que Gordon y Harley saliesen del coche, el coche explotó cuando un cohete lo alcanzó. Un policía que estaba a su lado resultó muerto tras la explosión.
- ¿Qué hacemos? – preguntó Harley.
- ¡Necesitamos a Batman!
Poco después, el tanque de Batman, el Bat-móvil, avanzaba por la calle a toda velocidad. Era la única esperanza para los ciudadanos.
Había una furgoneta blanca en frente del banco. Dos matones del Joker salieron del banco con varias bolsas de dinero. Uno de ellos vio al Bat-móvil llegar:
- ¡Es el Murciélago!
Los matones sacaron una escopeta cada uno y comenzaron a disparar contra el tanque.
Batman presionó un botón de su volante. Dos misiles salieron hacia la furgoneta, alcanzándola y provocando una explosión más. Los matones la esquivaron por los pelos.
Gordon y Harley se encontraron con varios matones del Joker. Gordon golpeó a uno, y Harley abrió fuego contra otro. Harley miró arriba y vio un helicóptero con una foto del Joker pintada sobre él.
- ¡Gordon!
- ¿Puedes seguirlo? – preguntó el teniente.
- ¡Sí!
Gordon seguía cargando contra los matones. Harley salió corriendo, siguiendo al helicóptero.
El helicóptero llegó al tejado donde se encontraba Joker, y este se giró hacia Barbara y James.
- Gracias por vuestra compañía, debo irme. Mis hombres se ocuparán de vosotros.
- ¿No va a matarlos usted? – le preguntó un matón.
Joker disparó al matón:
- ¡¿Qué clase de persona crees que soy?!
Joker dejó un maletín al lado de Barbara.
- Dáselo a tu marido, ¿vale? Gracias, querida.
Gordon tecleó el número de su esposa, deseando que lo cogiera.
Justo cuando el Joker se disponía a subir al helicóptero, sonó el móvil de Barbara. Joker le dijo a un matón:
- Creía que habías cogido sus móviles
- Ese es el trabajo de John. – respondió el matón.
Joker disparó al matón y cogió el móvil de Barbara.
- ¿Diga?
- Barbara, ¿eres tú? No te oigo bien. – dijo Gordon al otro lado del teléfono.
- No puede ponerse al teléfono ahora, ¿quiere que le de un mensaje?
- ¿Quién es?
- Digamos que me gustan las bromas y los chistes.
- ¡No! ¡¿Dónde están?!
- En el tejado más alto de Grand Street.
- ¡Yo estoy en Grand Street!
- Entonces date prisa, ¡adiós!
Joker colgó. Gordon se dirigió hacia el edificio más alto de la calle corriendo. Harley le vio y corrió tras él.
Batman paró y salió al Bat-móvil cuando un matón disfrazado de Joker se puso en su camino.
- ¡Joker!
Batman tiró un batarang al falso Joker. Este lo esquivó. Batman tiró otro, alcanzando al matón en la cara. El falso Joker sacó una navaja y acuchilló a Batman en el vientre, pero la nueva armadura le protegió. Batman golpeó al falso Joker y le dejó tirado en el suelo.
- ¡Qué bruto eres! – dijo el falso Joker.
- Se acabaron tus juegos.
- No son mis juegos, Batman.
Batman miró más de cerca y vio que las cicatrices eran falsas, estaban pintadas.
- Deberías ver la cara que se te ha quedado. – dijo el matón.
- ¿Dónde está? – dijo Batman, zarandeando al matón.
- Bueno, robando en un bar no, ¿no crees? En este momento, tu amigo, Gordon, va a ver algo traumático...
- ¡¿Dónde está Joker?!
- No puedes salvarlos a los dos. Uno va a morir esta noche, pero ¿quién?
- ¡Dime dónde están!
- En el edificio más alto de Grand Street. Será mejor que te des prisa, puede que el jefe ya haya apretado el gatillo.
Batman noqueó al matón y subió al Bat-móvil. Luego aceleró.
El tejado más alto de Grand Street.
Harley apareció en el tejado, Joker le disparó en el hombro y Harley salió despedida contra la pared.
- ¿Quién eres tú? – preguntó Joker.
- Soy... – dijo Harley mientras sacaba su pistola.
- Ah, ah, suelta el arma y dame una razón para que no te pegue un tiro en la cabeza.
Gordon salió al tejado. Vio a Harley sangrando, a su hijo y a su esposa como rehenes.
Gordon apuntó con su pistola a Joker, que a su vez dirigió su arma hacia Barbara.
- Déjala ir, Joker. No tiene nada que ver con esto. – dijo Gordon.
- Esta era la única forma de llamar tu atención. Le he dejado un maletín con una nota a tu esposa. Pero cuando la llamaste... ¡Oh! Me dije que tendrías que estar muerto, y de no ser por Batman, lo estarías.
- ¡Vale! ¡Mátame a mí! Déjala ir.
- Tira el arma.
Gordon tiró su pistola.
- Ahora déjala ir. – dijo Gordon.
- A ella no la iba a matar...
Joker disparó su arma y la bala entró en el cuerpo del pequeño James, que cayó al suelo.
- ¡No!
Barbara gritó mientras Harley miraba la escena, sin poder ayudar.
Joker subió al helicóptero y escapó.
Gordon y Barbara se acercaron al cuerpo sin vida de su hijo.
- No, no, James, lo siento. Es culpa mía. ¡NO!
Gordon seguía gritando, y Barbara llorando.
Una figura oscura bajó del cielo. Batman había llegado demasiado tarde.
- Gordon... – le dijo Harley al teniente.
Gordon le volvió y vio a Batman.
- ¡Mi hijo está muerto! ¡¿Dónde estabas?! – gritó.
- Lo siento.
- ¡No es suficiente!
Batman miró el cadáver del pequeño James.
- ¡Tú me salvaste! ¡¿Por qué no le has salvado a él?!
- Lo siento, Gordon. Lo siento muchísimo.
Batman saltó del tejado, desplegó su capa y aterrizó en el suelo. Gordon y Barbara continuaban llorando la muerte de su hijo, Harley intentando consolarles.
Batman fue hacia el Bat-móvil cuando notó que la mujer que vestía de rosa conocida como Pandora, le estaba mirando.
- No te sientas mal, no ha sido tu culpa. – dijo la mujer.
- ¿Y usted qué sabe de eso, señora?
- Sé mucho más de lo que piensas, Bruce.
Pandora se fue, dejando a Bruce preguntándose qué había pasado.
 La Bat-cueva.
Días después la gente seguía hablando sobre las explosiones en pleno centro de Gotham, y los cientos de personas que habían muerto a manos del Joker.
- Tras los ataques sobre Gotham hace varios días, la policía ha introducido leyes nuevas para aumentar la seguridad en nuestras calles. Han declarado que el Joker, el hombre responsable del ataque, está libre y que siguen siendo tiempos peligrosos para los ciudadanos de Gotham. El teniente James Gordon está de luto tras la muerte de su hijo a manos del Joker...
Bruce apagó la tele. Alfred entró.
- No pude salvarle, Alfred.
- Usted hizo lo que pudo, pero tristemente no fue suficiente. No puede culparse.
- No puedo seguir con esto, el hijo de Gordon ha muerto por mí.
- Por eso debe continuar haciéndolo, señor. Ese hombre ha hecho cosas imperdonables. Tiene que ser llevado ante la justicia y usted es el único que puede hacerlo. Gotham le necesita, necesita a Batman.
Bruce suspiró:
- ¿Ha llamado Gordon?
- Sí.
- ¿Cuándo es el funeral?
- El martes, a las tres.
- Gracias, Alfred.
Bruce fue a la mesa de trabajo que se había instalado en la cueva. Tenía una foto de sus padres sobre ella.
- ¿Qué he hecho?
Bruce seguía mirando la foto. Luego abrió el expediente de Jack Napier, que tenía una foto del Joker.
- Te encontaré...

Continuará...

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