La Brigada de la Gabardina nº01

Título: La Brigada cabalga de nuevo
Autor: Guillermo Moreno
Portada: Juan Andres Campos
Publicado en: Febrero 2013

¡La Brigada de la Gabardina "cabalga" de nuevo en Tierra-53!! Guillermo Moreno nos trae de regreso a algunos de los personajes más misteriosos del Universo DC para enfrentarlos a una amenaza a la que sólo ellos pueden hacer frente. No te pierdas esta emocionante serie!!
Bien, Mal, Orden y Caos tienen sus campeones, pero cuando un trabajo les queda grande, el Universo no duda, en pro del equilibrio, en reunir a sus propios campeones. Unidos por las circunstancias, marcados por el signo de la fatalidad y sus tortuosos pasados, reunidos por el Fantasma Desconocido, para permitir que el joven Tim Hunter decidiera que senda seguir… ellos son los campeones del equilibrio…
Creado por Neil Gaiman y John Bolton.

Era un cono. Un cono de luz descendía directamente sobre una gran esfera de obsidiana, que se encontraba sobre un gran trípode de plata. En aquella oscura esfera comenzaron a hacer acto de presencia un sinfín de argénteos puntos; en aquella ingente cantidad de luces, una brilló con más fuerza que cualquier otra. Brilló hasta eclipsar a las demás, y luego se desvaneció instantáneamente, como si nunca hubiese ocurrido tal fenómeno.

— ¿Así que eso era lo que deseabas que viésemos?— soltó una delicada y meliflua voz mientras se acercaba a la luz. El dueño de aquella voz tenía la apariencia de un hombre, a pesar de no serlo, su piel era nívea, sus ojos azules, sus cabellos rubios. Vestía al estilo del siglo XVII, sus ropas eran vistosas y realmente hermosas, cualquier aristócrata de aquel momento habría sentido realmente envidia de las prendas que portaba— ¿Cómo podemos estar seguros de que no es un engaño?

—Príncipe Bitru de los Infiernos ¿Duda usted de las palabras de un Ángel de la Hueste?— inquirió horrorizada otra figura, que lentamente se acercaba a la luz, frente al Príncipe infernal hizo acto de presencia una criatura inusual. Aquel ser no tenía forma de hombre, como el mentado, sino que era un gigantesco octaedro flotante.

—Cada ladrón juzga por su condición, Aexis— replicó otra voz, tan meliflua como la de de Bitru. Lentamente hizo acto de presencia otra criatura con aspecto humano, esta portaba una armadura completa. A simple vista uno pensaría que se trataba de un caballero del siglo XV, sino hubiese sido por el par de níveas alas que decoraban su espalda. La figura se quitó el yelmo y dejo al descubierto un rostro igual de hermoso que el de Britru, pero sus cabellos en vez de ser lacios y rubios, eran negros y rizados.

El demonio no pudo evitar soltar una sonora carcajada por las palabras del ángel. Se contentó con lanzar un sonoro suspiro y mascullar un touché.

—Me duelen los bolsillos— gritó el ultimo invitado de aquella reunión mientras se acercaba a la luz— dejemos de chácharas, tengo tumbas sobre las que bailar y latas de pepinillos que abrir— continuó barruntando aquella figura. Frente al trió de figuras cósmicas, se hallaba un niño, tal vez de unos seis años, vestido únicamente con unos pañales de tela y sosteniendo un globo, que tenía la inusual condición de cambiar aleatoriamente de formas— ¿Qué hemos visto? ¿Qué hemos aprendido hoy?— finalizó mirando al Ángel.

—Señores— replicó solemnemente Ariel— frente a ustedes, brilló el Principio del Fin.

—Explícate— le ordenaron los tres interlocutores.


No había, en el mundo, nada como el sol y las playas del Caribe para aliviar los dolores y pesares de un alma cansada por el peso de los siglos. Eso era lo que en aquel momento estaba pensando Papa Medianoche mientras disfrutaba una piña colada, sentado en una cómoda silla en alguna playa jamaiquina. El hombre colocó la bebida en la mesa más cercana mientras que con disimuló miraba a la camarera asignada para atenderle; La jovencita era una mulata de ojos esmeralda, y unas caderas que sin duda él disfrutaría esa noche. Tomo uno de sus cigarrillos y lo colocó en la boquita, y antes de que pudiese prenderlo, la joven camarera, ya estaba a su lado con una cerilla encendida, y una sonrisa de picardía y complicidad en los labios.

—Así que sabes por dónde van los tiros, picarona— pensó el Houngan mientras daba una calada al cigarrillo y le guiñaba un ojo a la chica, en un supuesto gestó de agradecimiento. Observó de nuevo, con cuidado, el trasero que la mulata se gastaba, mientras se alejaba a cumplir con otros deberes en un pequeño quiosco que estaba a unos metros de distancia, el lugar era de ladrillo rojo, y suficientemente espacioso; de este salían olores realmente agradables. Medianoche esperaba que esos olores correspondiesen con lo que él iba a almorzar.

Cada vez más relajado y satisfecho, el houngan comenzó a entrar en un estado de duermevela. Indulgentemente se regodeó en las agujetas que sentías, se dejo acariciar por la brisa fresca de la mañana, y que el olor del mar inundara sus fosas nasales. Atrás quedaban los problemas que le atormentaban, el trabajo, los enemigos y el pesar; solo había paz y tranquilidad en aquel lugar. Medianoche se dejo arrastrar por aquellas sensaciones y en cuestión de segundos se vio sumergido en el más plácido sueño…

La quemadura que el cigarrillo le causo lo despertó. La luz del sol había menguando, el crepúsculo imperaba, y Medianoche estaba desorientado. Sentía como si solo hubiese dormido unos minutos, pero realmente había transcurrido más tiempo. ¿Dónde estaba la camarera? ¿Dónde estaba su asistente? ¿Qué había pasado con todo el mundo? Aquellas eran las preguntas que se hacia el sacerdote vudú mientras se ponía de pie. Le costó un poco alejar las agujetas que sentía, pero realmente no fue nada difícil al fin y al cabo, como mago que era poseía una disciplina férrea sobre su cuerpo.

—Alguien va a pagar por esto— dijo — seguro le pusieron algo a mi bebida— continuó Medianoche, mientras que con calma se acercaba al quiosco donde debía encontrarse la camarera, lista para complacerle.

Pocas eran las cosas capaces de espantar a Papa Medianoche, al fin y al cabo, él era una criatura realmente temida, ya fuese bajo su faceta de Houngan o en su faceta de mafioso. Y por regla general un cadáver nunca lo espantaría, ni pondría en alerta a todos sus sentidos, pero aun así, aquel cadáver le hizo recordar lo que era el temor.

Supuso que aquel esperpento, con las cuencas oculares vacías, el abdomen abierto e igualmente carente de órganos, el resto del ser sin piel, debía pertenecer a la camarera. Medianoche, no conocía a nadie, ni a nada natural que fuese capaz de hacer algo así. Parecía que le hubiesen succionado las vísceras por el vientre, y los ojos también.

—Lastima— dijo con calma mirando ahora hacia todas las direcciones, consciente ahora de su vulnerabilidad. De repente escuchó un siseo proveniente de las profundidades del quisco. El sonido de unas ollas al caer al suelo le confirmó que allí había algo. Medianoche comenzó a debatirse entre el deseo de salir corriendo, y la curiosidad que ahora lo invadía. Dio un paso hacia el quiosco cuando una idea surgió en su cabeza: ve por los cigarrillos y el yesquero.

Raudo y veloz el sacerdote vudú se dio la vuelta para ir por ambos objetos. No terminó de darle la espalda al quiosco cuando de este salió una extraña criatura. Poseía esta una forma similar a la de un hombre, pero allí quedaba todo parecido. Su piel era verde ocre. Su cabeza era grotesca y amorfa, sus ojos eran saltones y estaban recubiertos de una especie de gaza lechosa, su boca era amplia y de ella salía una gigantesca lengua rosácea. La criatura comenzó a croar cuando observó al mago.

Por Dan Moore
— ¡Qué Diablos!— alcanzó a mascullar Medianoche mientras salía a gran velocidad hacia la mesa, y observaba por el rabillo del ojo, como la lengua del bicho salía propulsada de su boca e impactaba en el lugar que el ocupase unos momentos antes. La criatura siseo de nuevo, al parecer molesta por su fracaso y se preparó para arremeter contra el mago.

Los años práctica y vicio surtieron efecto; rápidamente Medianoche sacó un cigarrillo y con un solo movimiento lo encendió y dio una profunda calada. El humo que salió de su boca no era normal. Surgió rápidamente y en una cantidad que contradecía la capacidad que poseían sus pulmones. En pocos segundos el suelo estaba cubierto por una densa nube de tabaco.

El gigantesco y repulsivo sapo, volvió a lanzar su lengua, pero a una orden de Medianoche todo el humo se reunión alrededor de él formando un muro tan denso como el concreto. La lengua del sapo no pudo derribar la construcción, pero Medianoche sabía que no aguataría otra arremetida, así que debía pasar a la ofensiva.

A una orden de Medianoche, el muro de humo se deshizo para reconfigurarse como una gigantesca mano que se abalanzó contra el Sapo. La criatura, al parecer, pudo prever las intenciones del mago, y logró eludir la arremetida del miembro etéreo, pero lo que no sabía es que aquello era lo que esperaba el Houngan. La mano cambió rápidamente de forma, esta vez se transformó en una densa red que envolvió al sapo.

—Eso me dará tiempo— replicó Papa Medianoche, mientras daba otras caladas al cigarro y con ello reforzaba la prisión de aquel monstruo. Una vez que terminó el cigarrillo lo arrojó y se preparó para encender otro… la chispa del encendedor le dio una idea.

Conocía el conjuro, pero nunca lo había llevado a cabo, consideraba aquel tipo de magia como algo vulgar. Magia vulgar, algo de lo cual sin duda se valdría John Constantine. La bestia logró destrozar el muro, o eso le hizo creer el houngan. Libre de su prisión el monstruo reinicio su acometida, tal como Medianoche esperaba.

—Loa del fuego, ten por seguro que te pagaré lo que debo— salmodió Papa Medianoche, a la par que con un movimiento fluido giraba la rueda de pedernal del encendedor. La pequeña y cotidiana flama de aquel utensilio, se transformó rápidamente en una llamarada de fuego carmín que alcanzó al sapo en medio del salto y lo estampó contra el suelo mientras lo devoraba con furia.

El fuego carmín cedió y el encendedor se volvió inútil. La playa, que en la mañana, oliese a yodo y agua salada, mezclada con el olor a carne asada. Apestaba ahora a carne humana achicharrada, y la que otrora fuese una arena blanca y pura, estaba ennegrecida y profanada.

— ¿Qué eras?— masculló el houngan mientras que con cautela se acercaba al cadáver. Menuda fue la sorpresa cuando observó como los restos calcinados comenzaban a temblar.

—Yo te puedo dar esa respuesta— Papa Medianoche se volteó rápidamente, frente a él se encontraba un hombre, vestía de azul oscuro, llevaba un fedora que ensombrecía parte del rostro, y una gran capa que apenas dejaba ver el resto de su cuerpo. Medianoche había oído hablar de aquel ser, y de lo que ocurría cuando hacia acto de presencia. Por lo tanto no pudo evitar, aunque estaba consciente de que era un gesto descortés, realizar un gesto apotropaico no mas percatarse de quien era.

—Fantasma Desconocido— masculló.

—Ciertamente, señor Medianoche— replicó indiferente el ser— Tengo una propuesta que hacerle.

—Primero dime que era esa cosa… luego hablaremos de negocio.


—La encontré así— dijo la casera llena de terror—No he tocado nada, desde que descubrí lo que pasa aquí, hace días.

—Hizo muy bien— respondió aquel hombre vestido con gabardina y sombrero. La casera no entendía, como aquel hombre podía mantener la entereza frente al hedor que inundaba aquel pequeño apartamento, que no tenía nada que envidiarle al basurero municipal.

—Realmente no sabía qué hacer, pensé en llamar a la policía o al 911, hasta que alguien me lo recomendó a usted. Doctor, ¿Su honorarios serán muy altos?

— ¿Qué le dijo mi asistente sobre ese tema?— preguntó él

—La… señorita Rose… no dijo nada sobre el tema.

—Entonces esos serán mis honorarios

— ¿Nada?

—Sí, escuchó bien— respondió él— siempre y cuando haga lo que le ordené y no me cuestioné ¿Entendido?— la mujer aterrorizada asintió— entonces salga, y no se acerque aquí, a menos que yo la llame.

Con calma el Doctor Oculto caminó entre el chiquero que era aquel apartamento. Observó la basura, las ratas y las cucarachas que salían corriendo en todas direcciones a medida que él se internaba en el departamento. Pudo sentir como Rose, en el fondo de su ser se estremecía frente aquella visión tan repulsiva. —Cálmate— masculló con una sonrisa, que se desvanecería una vez que su vista se poso en los muros, reconoció las runas y otras símbolos. Todos ellos inequívocas herramientas del caos—será mejor que comiences a preocuparte— se dijo mientras entraba a la habitación principal.

Un capullo de carne, heces, huesos y otros miasmas, yacía en la cama matrimonial. En eso se había transformado el inquilino de la casera. — ¿Qué diablos hiciste, muchacho?— masculló el Doctor mientras que con cautela se acercaba para detallar aquella abominación.

El capullo se estremeció, Oculto nunca sabría si fue en respuesta a su presencia, a su pregunta o simplemente era el momento de que aquello hiciese eclosión. Lo cierto es que la cápsula, con un crujido repulsivo se abrió.

Todo ser, así sea producto del caos, nace en medio del dolor y el llanto. Muchos filósofos populares suelen decir que la primera vez siempre duele; el Doctor Oculto entendió aquella frase cuando el capullo se abrió. De la abertura, rezumando pus y otras cosas, surgió una criatura de piel correosa y marrón, esquelética, con cierta semejanza con el ser que otrora fue. Distaba de ser humano, pero aun así, aquella parte de Oculto que era Rose, no pudo evitar sentir lástima de aquel ser.

—Un sabueso del caos— alcanzó a decir el mago cuando aquella criatura deforme y encorvada abandono el cascaron, y rápidamente lanzó un alarido. El chillido de aquella criatura hizo que el hechicero perdiese el equilibrio, que los cristales alrededor estallaran, y seguro que aterrorizó aun más a la casera; quien estaría a su manera, siguiendo los eventos que allí ocurrían.

Con la parsimonia propia del depredador que está consciente de que la presa se halla, inequívocamente a su merced, el sabueso del caos descendió de la cama. Oculto apenas tuvo tiempo de reaccionar; consideró ponerse de pie, pero prefirió arrastrarse con rapidez por el suelo sin dejar de ver al ser. Aquella idea aumento la repugnancia que sentía Rose por el entorno.

—Vamos querida ¿Cómo te puede atormentan el departamento de un tipo con el Síndrome de Diógenes, cuando hemos estado en el mismo infierno?— masculló Oculto mientras seguía arrastrándose. Estaba claro que así no podría escapar del monstruo debía pasar a la ofensiva.

Esperó con calma a que la bestia se le acercará, dejando de lado la repugnancia y la lástima que le inspiraba, le propinó un golpe en el rostro con la planta del pie. Menudo fue el golpazo y el crujido, que el Doctor Oculto pudo observar con asombro y fascinación como la cabeza giraba en el cuello como si de una peonza se tratase. El cuerpo exánime cayó al suelo y el detective paranormal, como impulsado por un resorte se puso de pie.

—Llamaré a la señora, para ver si tiene una bolsa negra para ti— dijo mientras se alejaba del dormitorio, directo a la sala.

Grande fue la sorpresa del detective paranormal, cuando escuchó un crujido, como el que hace un hueso cuando se le coloca en su lugar. Lentamente se volteó y observó como la abominación se ponía de pie lentamente. —Eres más duro de lo que pareces— masculló Oculto mientras llevaba su mano hacia uno de los bolsillos de su gabardina. Al sentir los bordes del Símbolo de los siete, su mente y cuerpo se calmaron. El mago pudo pensar con calma, y dar con un conjuro que sería eficaz.

La bestia una vez de pie, arremetió de nuevo. Rauda y veloz se abalanzó contra Oculto, quien con un solo movimiento extrajo el medallón y masculló una frase. De este símbolo, surgieron varios zarcillos de energía, de un color dorado que impactaron de lleno al monstruo. La prístina luz inundo las habitaciones del apartamento, con su brillo y calor; Oculto cerró los ojos mientras estaba iba menguando. Una vez que paso el efecto, frente a él yacían los restos carbonizados de la criatura.

—Espero que te quedes allí— dijo Oculto realmente agotado

—Sin duda lo hará— replicó una voz. El detective paranormal se volteó y se encontró con un viejo amigo.

—Fantasma Desconocido— dijo sonriente— viejo amigo

—Al fin alguien me recibe con una sonrisa— respondió el aludido— necesito un favor.

—Tú dirás.

—Oscuros tiempos se avecina y necesito alguien ecuánime y centrado como tú; debes venir conmigo— acto seguido, el Fantasma realizo un gesto con la mano y un portal se abrió frente a ellos.

—Debo avisar a la casera.

—Ya me he adelantado con eso. También me he encargado de alterar sus recuerdos.

—Gracias por evitarme tan ardua labor— dijo un agotado Oculto mientras cruzaba el umbral místico.


John Constantine se hallaba disfrutando aquella cálida noche. Silk cut en mano derecha, en la izquierda una petaca con lo que, aparentemente, era un buen Whiskey, el brujo proletario de Liverpool estaba gozando aquel momento de relajación. El cielo estaba despejado, y desde hacía varios días no caía una gota de lluvia en la ciudad de Londres; por alguna extraña razón la falta de lluvia había mejorado el carácter de los londinense, pero no solo de las personas normales, sino de los seres sobrenaturales también y a pensar de que en el fondo le molestaba un poco, Constantine lo estaba disfrutando.

Dio las últimas caladas al pitillo que estaba fumando, y acto seguido sacó la cajetilla de cigarros. Con una pericia, producto de los años, logro extraer el cigarrillo y encenderle con lo que parecía ser un solo movimiento. Dio la primera calada  y en ese momento sintió que algo iba mal. Volteo a su derecha y observó en medio de aquella oscura y sucia calle, a una hermosa niña rubia, tal vez de unos siete años de edad, no llevaba abrigo y solo usaba un sencillo vestido rosa, además estaba descalza. Por alguna extraña razón su mente evocó a su sobrina Gemma. La niña le sonrió, comenzó a tararear una canción, mientras que saltando se perdía en el oscuro callejón.

Por alguna inusual causa, John sintió la compulsión de seguir a la niña. Aquel hombre que con frecuencia era tenido por un inmoral, sintió una extraña punzada en el corazón, una que lo impulso a comportarse como alguien… decente.

—Ey, niña ¿A dónde crees que vas?— preguntó— ¿Dónde están vuestros padres?

La tonada que la niña tarareaba comenzó a oírla con más fuerza a medida que se internaban en el oscuro callejón. En pocos minutos, la tonada estaba en su mente, y al cabo de unos instantes la letra se formó y el mago la articuló sin dudar.

"Alguien salvó mi vida esta noche, Alguien salvó mi vida esta noche,

Alguien salvó mi vida esta noche, Alguien salvó mi vida esta noche,

Alguien salvó mi vida esta noche,..."

—Una jodida canción de Elton John— masculló con amargura el mago mientras daba cuenta del cigarrillo. Arrojó la colilla al suelo.

—Al fin te hemos encontrado— dijo una voz gangosa—acabaremos contigo, ¿Verdad Otto?

—Si Gallip— respondió el mentado Otto que poseía una voz chillona— le daremos lo que se merece. Pequeña zorra.

—Sí, eres una pequeña zorra— replico Gallip con su voz gangosa— te vamos a partir el culo.

—Sí, el culo.

—Y vas a chillar como una cerdilla

—Sí, como una cerdilla.

—Otto te partirá en dos y yo lo voy a ver y disfrutar.

—sí, Otto te partirá en dos… y yo… ¿Cómo?

— ¿Qué tu las vas a romper?— replicó Gallip

—No, nada que ver tío— replicó Otto.

— ¿Cómo que no? ¿Acaso no dijiste tú que eras el líder?

—Eso lo has dicho tú.

—Nada, te jodes. Eres un furúnculo, y lo harás— dijo Gallip furioso

—Nada que ver, tu eres el más fuerte— dijo Otto— ve tu a por ella.

— ¿Y qué me parta el culo a mi?

— ¿Cómo? ¿A ti no te pueden partir el culo, pero a mi si?— replicó Otto— ¡Que buen par de cojones te gastas!

—Sí, es que soy la leche— replicó Gallip— hazlo o te doy hasta que las huestes de la triada decida asaltar el cielo.

—No

—Entonces lo haré yo— respondió John Constantine, que desde la sombra había estado escuchando toda la situación se había sucedido entre los dos individuos, estos resultaron ser algo realmente inusual para él: un par de querubines caídos. Todo esto mientras tarareaba la maldita canción una y otra vez.

— ¿Quién eres tú?— grito el mentado Otto. Constantine se limitó a patearlo con todas sus fuerzas. El bichejo salió disparado como si fuera un balón de Futbol

—Liverpool 1, Manchester United 0 — dijo el mago mientras que rápidamente tomaba por el cuello al otro diablillo—Liverpool 2, Manchester United 0. Dime bichejo ¿Qué diantres están haciendo aquí? ¿Dónde está la niña? ¿A quién le van a partir el culo?

—A mí, a mí, a mí me lo va a partir— respondió sollozando

—No te he preguntado eso— respondió Constantine cada vez más molesto. La tonada no se alejaba de su mente, y aumentaba su intensidad cada vez más.

—No hemos visto a ninguna niña— respondió el diablillo— Y estamos tratando de destruir eso— agregó con calma y señaló el fondo del callejón.

Constantine, sin soltar al diablillo, se internó en el callejón. Este último aterrorizado se movía furiosamente, tratando de librarse de la garra del mago, pero mientras más lo intentaba, John apretaba con más fuerza.

Al final del callejón el mago de Liverpool observó algo que lo dejo anonadado. Allí en medio de cajas, latas y otras porquería. Surgiendo desde una grieta en el concreto, desafiando todo lo sintético a su alrededor, se encontraba una gran rosa roja. Inmediatamente el mago supo que no era algo natural, no solo por el hecho de que una flor estuviese allí en el medio de un mísero callejón en Londres, sino porque brillaba tenuemente y la música en su cabeza cesó.

De repente hubo un gran destello, y Constantine… John Constantine, el hombre que fumaba más que un puta presa, que fumaba desde los diez años, que bebía como un jodido cosaco, que había intentado matar a su padre, que se había enfrentado a la Trinidad infernal, que había humillado al Primero de los Caídos, a Nergal, a Rosacarnis, a los demoniacos hijos que tuvo con la diablesa, que había detenido al demonio de la hambruna, que había ido a la cárcel y vuelto de ella. El mismo John que había extorsionado al ángel Gabriel, que atormentó a la Cosa del Pantano, que había condenado y salvado luego a Astra, el mismo John Constantine que se había separado de su lado oscuro, para volver luego a unirlo, el mismo John que engañó y utilizó a la súcubo Ellis más de una vez. El mismo John que se enfrentó al perro de las sombras, y que liberó a la Bestia; a la cual luego derrotó… el mismo John Constantine que atraía a la muerte, al que no le duraba un aliado, ni una amante… sintió Paz.

Sintió paz, pero no era la paz relativa que otorga el saber que se está libre de culpa, sino la paz absoluta. Aquel tipo de paz que solo posee el recién nacido y el recién fallecido. El deseo de fumar, deber, hasta la ira que lo había asaltando hace momento, desapareció. En cambió solo sintió una tranquilidad única. Ahora no existía nada más, salvo aquella rosa. John miró a su alrededor y se percató que el diablillo había desaparecido. Los muros del callejón también, solo había un resplandor dorado que provenía de la flor.

Constantine sintió que alguien lo jalaba por el cuello de la gabardina. El mago se resistió, pero aquel que intentaba llamar su atención era mucho más fuerte. El jalón que le dieron, sacó al buen mago de su ensoñación. Ya el mundo no estaba rodeado de paz ni de luz, sino que se hallaba en las afuera del callejón. De repente surgió un hedor a azufre que impregnó todo el sitio, y el callejón donde se hallaban hace segundos la rosa y el mago, estalló en fuego.

—Manchester United 2 Liverpool 2— grito Otto, el diablillo que Constantine había pateado hacía un rato— le partí el culo a la rosa, y casi le parto el culo a John Constantine— gritaba enloquecido mientras hacía piruetas en el aire—confronte a John Constantine y sobreviví, te jodi, te jodi ingles.

— ¿Qué ha sido todo eso?— inquirió el salvador de Constantine. Un hombre vestido de traje azul, una gran capa, guantes blancos y un sombrero fedora.

—Fantasma Desconocido— replicó Constantine— No sé si patearte el culo, o darte un beso francés. ¿Tú eliges?

—Tenemos que hablar— respondió parco el aludido mientras ponía de pie al rubio embaucador— sígueme.


—Esa fuerza cruzó el éter, tan rápido y violentamente que no pudo evitar dejar una impronta en él— dijo Ariel de la hueste celestial— me tomó cierto tiempo pero pude captar la impresión y analizarla. Lo que descubrí, me helo la sangre.

—pufff, cualquier cosa helaría tu sangre— dijo Bitru— todos vosotros, al fin y al cabo, sois unos cobardes.

—Amo Bitru, por favor— intervinó Aexis, el octaedro del orden

—pues descubrí que aquel ser tenía una intensión clara… ponerle fin a la contienda dialéctica entre los ejes— continuó Ariel, a quien parecía resbalarle las puyas del príncipe infernal.

— ¿Cómo así?— preguntó el pequeño señor del caos que se negaba a identificarse.

—Ese ser, tiene como fin acabar con el status quo, o eso creo.

— ¿Alguien se atreve a juzgarnos?— preguntó Bitru— seguro es vuestro padre. El Señor de la Alianza.

—Nada que ver— respondió Ariel— es una fuerza diferente.

— ¡Ah! Te dio en el culo— respondió el señor de caos— te diré que nosotros no hemos sido, seguro han sido ellos, les gusta joder así, porque no pueden joder entre ellos— comentó mientras señalaba al octaedro.

—No— respondió tajantemente Ariel— la fuerza que ha enviado al Juez no está entre nosotros, además es muy vieja y poderosa, está cansada, pero no es del todo consciente. Es… es…

—Maleable— respondió Bitru— ¿Esa es la palabra que buscas?

—En efecto— respondió Ariel— quien la posea puede hacer una diferencia significativa.

—Eres un reverendo idiota al decirnos esto— replico el agente del caos. Ariel alzo la vista, y su globo se había transformado en un yunque.

—Concuerdo con él— replico Aexis— ¿Por qué comparte esta información con nosotros?

—Nos va a matar— replicó Bitru— y desea que sepamos de antemano como obtendrá la victoria el Cielo.

—Nada de eso

— ¿Entonces?— preguntó Aexis

—Me da miedo lo que está bajo su cama— replicó el ente del caos

—Exacto— respondió Ariel— no deseo que nuestra lucha termine así, y no creo que se deba jugar con esa fuerza, le he hablado de ella, para prevenirles y comunicarle que yo pienso destruirla.

— ¿Y por qué no lo ha hecho ya?— inquirió el agente del Orden.

—Pues porque deseo hacer un pacto con ustedes.

—Sí es un pacto de no agresión y cooperación, olvídalo— dijo Bitru— el Infierno no cooperará con tu bando.

—No estoy pidiendo vuestra cooperación directa— dijo el ángel— deseo hacer un pacto con vosotros, un pacto para que acordemos destruir esa cosa, o por lo menos para que no nos ataquemos entre nosotros, mientras estamos resolviendo este asunto. Solo os pido que: si no me van a ayudar, no entorpezcan mi labor.

— ¿Qué ofreces?— inquirió Bitru

—Nada, este es un pacto de honor…

—Un pacto de caballero… ¿Qué dicen?

— Yo aceptó— replicó Aexis

—Yo también— respondió el agente del caos

—Amo Bitru ¿Qué dice usted?

—Cuenten conmigo.


Lo primero que vio fue a la hermosa mujer conocida como Rose. Ella alta, de cabellos negros, piel nívea, y vestía al estilo de los años veinte, lo que le recordaba al británico, a las diferentes maestras que tuvo en su infancia. No más verlo Rose le estampo un beso en la mejilla. Constantine se vio impregnado del olor a jazmín que acompañaba a la mujer.

—John, querido. ¿Cómo estás?

—Bien, veo que tu estas cada vez mejor— replicó el aludido y la mujer le daba una pequeña palmada en el pecho— Rose está, el Fantasma Desconocido, presumo que…

—Erik no está aquí— le atajo el Fantasma— me ha sido imposible localizarlo.

Constantine lanzó un suspiro aliviado, realmente no le apetecía volver a ver a Señor E

—Entonces la Brigada no está completa, por lo tanto aun mantengo la ilusión de que esto sea una reunión social—replicó Constantine— Y que estemos aquí organizando una fiesta sorpresa para… no sé… El Doctor Destino o tal vez… la despedida de soltera de Zatanna.

—Nada de eso picarón— respondió Rose

—Me lo temía— replicó el mago que oteaba el entorno. Se percató rápidamente de que se hallaba en una especie de pub. Sin mediar palabra de acerco a la barra.

—Gin Tonic— dijo el barman rápidamente mientras le tendía la copa— Mi nombre es Trevor O´flannagan, es un placer. Bienvenido a mi pub.

— ¿Cómo lo supo?... ¿O´flannagan? Pero usted es afroamericano— respondió Constantine asombrado porque Trevor era más oscuro que la noche,

— ¿No has oído hablar del Irlandés Negro?

—Eso es una condición genética

— ¿Entonces no has oído hablar del multiculturalismo?—replicó

—Me jodiste— agregó Constantine. Trevor sonrió y le tendió una bandeja con maní—Entonces ¿Cuál es la razón de nuestras reunión?

—Tengo rato haciendo la misma pregunta, pero no deseaban respondérmela hasta que llegaras tú— respondió una quinta figura que salió de las sombras

—Papa Medianoche— replicó Constantine con cierto tono de disgusto en la voz, y luego se volteó hacia Trevor— dime que no son familia.

El barman comenzó a reírse.

—Lo siento Trevor— dijo avergonzado, el Fantasma Desconocido; y el cantinero se limito a sonreír aun más dejando al descubierto una ristra de perlados dientes.

—Yo creo que ya es hora— replicó Rose y El fantasma inicio su relato…

Al cabo de unos minutos, los cuentos de Medianoche y Oculto habían sido narrados, y la extraña experiencia de Constantine también. Durante un buen rato el grupo guardó silencio hasta que Trevor intervino.

—Así que hay un aumento en la actividad sobrenatural negativa

—Además de seres extraños, nunca antes visto— replicó Medianoche

— ¿Qué piensan hacer?— preguntó el barman al Fantasma Desconocido.

—He investigado y rastreado la actividad sobrenatural; toda ella gira en torno a las ciudades más pobladas del mundo. Pero en estos momentos es en la ciudad de Nueva York donde se está concentrado la mayor cantidad de seres y energía mística.

—Muy bien ¿Cuándo partimos para Norteamérica?

—Ya estamos allí, en la ciudad de Nueva York— respondió el Fantasma Desconocido— los he reunido en este lugar porque necesito toda la ayuda disponible para llegar al puerto, ya lo intente y fracase rotundamente, hay muchas fuerzas…

—Lo sabía, siempre es una cuestión catastrófica contigo— replico airado Constantine— ¿Cuándo va a ser el jodido día que aparezcas con una buena noticia? O ¿Cuándo será el día que nos podamos reunir a hacer algo tan simple como beber, charlar y tal vez comer algo?

—Constantine…

—Es nuestro destino John Constantine— intervino el Doctor Oculto—Es lo que implica ser un ma… además cuando tratamos con el joven Hunter no fue tan catastrófico.

—Lo entiendo, lo entiendo— respondió Constantine un poco más calmado. Trevor rápidamente le facilito otro Gin Tonic

—Sí lo que deseabas era llegar a los puertos cómodamente, tenias que pedirlo— dijo Medianoche– yo controló buena parte de la ciudad… en varios niveles

—Eso es un farol— replicó Constantine

—Entonces ¿Qué deciden?— inquirió el Fantasma Desconocido. Medianoche y Oculto se limitaron a asentir— ¿Constantine?

Constantine apuró su Gin tonic y se disponía a pedir otro cuando Trevor ya se lo estaba facilitando. —Bueno señores, esto no puede ser peor que la vez que combatimos a M'Nagalah, vamos a por el del estribo— dijo y apuró lo que quedaba del Gin tonic—. En fin, la Brigada de la Gabardina cabalga de nuevo…

Continuará...

2 comentarios :

  1. Llevo varios días para escribir esta reseña y es que no veo el momento. Siempre surge algo y termino dejándolo para mas tarde… y pasa otro día más. Se acabó. Lo hago aquí y ahora!
    Porque, naturalmente, también me he leído la Brigada de la Gabardina. Y tengo que reconocer que ha sido todo un descubrimiento puesto que no conocía la obra precedente (al final la afición a los comics depende mucho de tu poder monetario y tienes que seleccionar, y las series Vértigo siempre han terminando “perdiendo la batalla”…). La magia y lo sobrenatural siempre ha sido uno de los puntos flacos de Tierra-53 y gracias a Nextwave hemos rectificado un poco eso. Y esta serie tiene pinta de que va a ser un puntal en ese aspecto puesto que, mientras las otras series (Hellblazer, La Cosa del Pantano, etc…) pueden estar más centradas en el círculo respectivo de cada personaje, esta serie apunta a abarcar mucho más (sólo el potencial de todos esos magos unidos da para enfrentar a una amenaza equiparable a… la actual Justice League Dark)
    El tono quizás esté más alejado de sus versiones “Vértigo” de lo que a los puristas les pudiese gustar, pero también hay que recordar que muchos de esos personajes tiene su origen en comics más “mainstream” y no siempre han sido tan … radicales. El relato esta muy cercano al tono “comercial” de la ya citada JLD dando como resultado un texto entretenido y ameno, donde se nos hace un repaso a cada miembro del grupo presentándonoslos perfectamente. ¿Se le puede pedir más al nº 1 de una serie?
    Respecto a la portada, no hay nada mejor que una splash-page de los personajes protagonistas. Quizás la ilustración resulte un tanto… falta de dinamismo pero la paleta de colores utilizada (más gris y oscura que la que Juan Andres Campos utiliza normalmente) es más que adecuada para el tono de la serie.

    ResponderEliminar
  2. Animado por el excelente artículo de presentación escrito por el autor de esta serie para AT Visions (y bueno, sencillamente porque esta serie ya me había llamado previamente la atención), me he lanzado a la lectura del primer número de La Brigada de la Gabardina, obra de una de las nuevas incorporaciónes a la Línea DC de Action Tales: Guillermo Moreno.

    Continuando el legado del concepto establecido por Neil Gaiman en su clásico "Los Libros de la Magia", Guillermo reúne a varios de los personajes místicos más carismáticos del lado "vertiginoso" de DC (todos ellos con una clara tendencia a vestir gabardina, por supuesto) para enfrentarlos a ese tipo de amenazas sobrenaturales que siempre acechan en todo tipo de callejones y lugares oscuros, y que actualmente vuelve a estar más de moda que nunca gracias a la Liga de la Justicia Oscura (como bien señalaba Roberto Cruz en su reseña de este mismo número).

    Y debo decir que el autor acierta y convence con este número 1 que presenta perfectamente a todos los personajes protagonistas en unas escenas muy bien equilibradas en lo que a caracterización y acción se refiere, y que lo deja todo listo para empezar con la verdadera "manteca" a partir del próximo episodio. La amenaza en sí a la que tendrán que hacer frente resulta aún bastante difusa (se explican algo, pero sólo lo suficiente para enganchar sin desvelar demasiado), pero sin duda promete.

    Por otra parte, me gustaría destacar el estilo del autor (me ha gustado cómo está escrito este fan-fiction, la verdad) y esa posible/probable referencia al mundo de Stephen King (no sé si estoy hilando muy fino, pero la canción de Elton John sumada a ese "elemento" que no voy a nombrar me ha parecido demasiado evidente como para que no sea así).

    En definitiva, un buen comienzo para una serie que puede estar realmente bien :)

    ResponderEliminar