Elseworlds The Batman nº 04

Titulo: Asalto a la Torre
Autor: Luis de los Rios
Portada: Moises Lopez
Publicado en: Marzo 2013

Tras los trágicos sucesos del episodio anterior, Batman está más dispuesto que nunca a encontrar al Joker, aunque para ello deba arrasar la ciudad y acabar con todos sus aliados.
Bruce Wayne perdió a sus padres en uno de los oscuros callejones de la deprimida Gotham City. Desde entonces ha estado obsesionado con ayudar a su ciudad, convertirla en un lugar mejor donde eso no vuelva a ocurrir. Ahora va a hacerlo, pero no en el modo que todos esperan...
Batman creado por Bob Kane
Salón del Iceberg, Zona VIP. 22:00

Muchos disparos por el lugar. El ruido ensordecedor de las balas saliendo de los cañones de las pistolas retumbaba por la sala VIP del lujoso hotel. Los matones disparaban. Dos batarangs salieron lanzados de una mano con guantes, en dirección a los matones.

Un de ellos fue neutralizado por el batarang; el otro golpeó en la luz del techo, mandando chispas, hasta sumir a la sala en la oscuridad.

El matón permaneció quieto, respirando fuertemente, asustado. Pronto fue neutralizado. Los otros dispararon salvajemente, a cada sombra que veían o creían ver. Cada uno fue noqueado, cinco en total, sin poder hacer absolutamente nada para evitarlo.

Mientras tanto, la voz algo apagada y gruñona de su jefe resonaba por los varios altavoces que había en las paredes de la zona:

-##¡No me importa si es más fuerte o no, salid allí y matad a ese bastardo! ¡Se está cargando mi hotel!##

La zona de los ojos en una máscara negra con orejas de murciélago se iluminó de color blanco. Era Batman, estaba allí, su traje destrozado, y su cuerpo magullado. La sangre brotaba de su labio inferior, su capa estaba rasgada. Parecía como si volviera del infierno.

Batman se acercó a la puerta que le separaba de su enemigo. Ésta se abrio sola, y cara a cara se presentó Oswald Cobblepot, alias Pingüino. Pistola en mano, rodeado por dos matones armados con ametralladoras.

Pingüino miró a su alrededor. Su nariz punteada, su apariencia baja y rechoncha en un traje negro con una corbata rosa era bastante imponente. Buscó a Batman con la mirada.

-Sé que estás ahí, Bats, muéstrate para que podamos tener una agradable discusión.

Una sombra se proyectó en la pared. Pingüino frunció el ceño, luego se encendió un puro.

-¡Vale, lo haremos a tu manera!

Uno de los secuaces fue embestido contra la pared. El otro fue lanzado por la ventana. Mientras caía ochenta plantas por la fachada del hotel, un gancho metálico agarró su pierna y lo dejó suspendido en el aire.

Pingüino oyó un ruido a unos metros a su lado. Apuntó con su pistola, su dedo en el gatillo mientras una enorme e imponente sombra se le acercaba…

Disparó.


La Bat-cueva. Horas antes.

El Bat-móvil estaba cubierto por una lona de color gris. Bruce, todavía en su uniforme de Batman sin la máscara, estaba de pie frente a la mesa. Furioso, empujó todos los aparatos fuera, tirándolos al suelo, y gritó rabioso.

Alfred se acercó y le habló en su habitual tono calmado y sereno:

-Usted no pudo hacer nada, señor.

-¡Sí que podía, Alfred! El maldito Joker le mató delante de su propio padre. Yo llegué demasiado tarde . – respondió Bruce, devastado.

-No fue su culpa. El Joker es un asesino impulsivo, nadie podría haber sabido que haría lo que hizo.

-Necesito encontrarle.

-Dele tiempo, señor.

-No. Se escapó cuando asesinó a mis padres, no voy a dejar que lo haga de nuevo. Mataré a ese bastardo, esta noche. – dijo Bruce, en sus ojos podía verse la rabia que llevaba dentro.

Bruce se acercó al Bat-móvil.

-Señor, está herido. Él ha escapado. Espere, se lo ruego. – dijo el mayordomo.

-Le encontraré.

-¿Cómo?

-Cobblepot.

Bruce se puso la máscara, subió al Bat-móvil y aceleró. Alfred miraba con cara de preocupación, se giró hacia la pantalla principal.

-¿Hay alguna forma de que puedas traerlo de vuela?

Callie, el ordenador de inteligencia artificial que controlaba las funciones y los archivos en la Bat-cueva, respondió:

-Ha desactivado mis funciones fuera del laboratorio, no puedo intervenir.


Salón del Iceberg, oficina del gerente. Poco después.

Nacido en la misma Gotham, la vida de Oswald Cobblepot nunca fue fácil. Fue un hombre hecho a sí mismo. Hijo de familia adinerada, poco pudo hacer tras la quiebra de la empresa familiar, salvo ganarse la vida por sus propios medios y luchar por sobrevivir en la oscura ciudad. Realmente nadie conocía su empleo, aunque este le ha hecho ganar miles de dólares, hasta estar cerca de restaurar el antiguo imperio de su familia, lo que también le ganó el apodo del Pingüino, por su apariencia pequeña y su hábito de vestir siempre de traje. También era el gerente del hotel de cinco estrellas más famoso del estado, el Salón del Iceberg, donde cada celebridad pasaba la noche allí.

Cobblepot estaba sentado en su escritorio. En el exterior había tormenta. Miraba algunos expedientes, había una televisión de pantalla plana tras él, y un puro encendido apoyado sobre el cenicero.

Sonó el teléfono. Cobblepot respondió.

-Sí, ¿qué?...Mira, si vas a hablar, habla, no tengo tiempo para juegos...Ah, eres tú. Podrías ser más discreto llamando, él podría estar observando...Lo vi en las noticias, el chico continúa en el depósito, el padre no va a abandonarlo. Qué bonito...¿Qué?-El Pingüino se levantó con rapidez, se acercó a la ventana y miró a la ciudad de noche, mientras la lluvia continuaba cayendo del cielo.-No estoy asustado. Tengo a cincuenta hombres en este hotel, no tiene ninguna oportunidad...No vendrá aquí, no es idiota...Sabía que trabajar para ti sería como tener un grano en el culo.-Por el otro lado del teléfono se oyó una risa sádica.

Pingüino colgó y dejó el teléfono, sacudió su cabeza. Se acercó a la puerta, la abrió.

Dos guardaespaldas estaban ahí, eran matones a sueldo.

-¿Algún problema, jefe? – dijo uno de ellos.

-El payaso ha llamado, ha dicho que Batman viene de camino aquí. Quiero que todos os preparéis, ¿entendido?

-Claro, jefe. – contestó el otro.

-Quiero la cabeza de ese rondador nocturno en una maldita lanza, si pone un pie en este hotel le quiero muerto. ¿Me oís?

-¿Cómo sabe Joker que viene hacia aquí? – preguntó un guardaespaldas.

-Es Batman, Joker le conoce bien.


Callejón tras el hotel.

El Bat-móvil estaba aparcado en la oscuridad. Batman estaba fuera, bajo la lluvia. Miró arriba al majestuoso “Salón del Iceberg”, el rascacielos más alto que iluminaba la ciudad con sus luces de neón de color azul claro.

Batman usó su bat-garra para agarrarse a un saliente cercano a un conducto de ventilación. Desenroscó los tornillos que sujetaban la rejilla y entró dentro.

Mientras tanto, en la calle, la Mujer de Rosa miraba mientras Batman entraba al conducto, sus ojos iluminados de azul, cuando orbes de energía de color azul salieron de su cuerpo, y la mujer desapareció. Batman se arrastró por el sistema de ventilación. Alcanzó la salida, retiró la rejilla, y salió.


Vestíbulo.

Dos matones custodiaban la recepción. Una mujer estaba tras el mostrador, asustada. Batman se cubrió tras una columna, escuchando la conversación.

-Entonces, señorita, ¿le interesa? – preguntó un matón.

-Muérete, capullo. – respondió la recepcionista.

-Zorra, ¿sabes quién soy? – dijo el matón, mientras agarraba a la mujer, la empujaba contra la pared y la intimidaba apuntándole con su arma mientras el otro matón reía -. Soy el tipo de persona con la que no querrás tener problemas.

La recepcionista suplicó:

-Por favor…

Un batarang se clavó en el brazo del matón que sujetaba a la chica, Batman salió de su cobertura, le golpeó en la cara. El otro matón sacó una navaja, atacó a Batman que esquivó el arma blanca y tiró al matón contra el escritorio, haciendo que saltasen trozos de madera.

El otro se recuperó del golpe y atacó salvajemente, pero Batman le agarró por el brazo, se lo rompió con una efectiva llave y lo empujó contra la pared, agarrándole del cuello.

-¡Hijo de perra, te mataré! – gritó el matón.

-¿Dónde está Cobblepot? – preguntó Batman.

-¿Crees que me das miedo? No soy hombre del Joker, soy hombre del Pingüino.

-No me importa quién eres. ¿Dónde está Cobblepot?

La recepcionista miraba, asustada, mientras se recuperaba de las heridas que había sufrido.

Batman gritó mientras presionaba el cuello del matón:

-¡¿DIME DONDE ESTÁ?!

-No te voy a decir una mierda, psicópata.

Batman cogió la pistola del matón, lo puso de rodillas y la apuntó hacia su cabeza. Con el dedo en el gatillo.

-Nunca apretarías el gatillo. – dijo el matón, desafiante.

Batman disparó… pero no al matón, sino a la pared de detrás. El matón puso las manos en alto.

-No me tientes. – dijo Batman.

-Vale, tío, está en la planta número ochenta, pero es un suicidio. Nunca le cogerás con vida. Ya sabe que estás aquí.

-Bien.

Batman golpeó al matón con el mango de la pistola, y este cayó al suelo. Se giró hacia la mujer, tiró el arma. La miró, ella estaba asustada. Batman le dijo:

-Deberías irte de aquí.

Ella se fue corriendo. Batman bloqueó la puerta principal.

Oficina del gerente.

La pantalla plana mostraba una cámara que enfocaba a Batman subiendo las escaleras. Pingüino aplaudía.

-Es bueno.


Planta nº 8.

Batman se cubrió tras una columna. Los matones disparaban hacia él. Sacó dos batarangs explosivos, activó las cargas y los lanzó.

Los matones se apartaron, los batarangs se pegaron a la pared y explotaron. Piezas de madera y ladrillo volaron por todas partes cuando Batman lanzó una granada de humo y corrió a través del humo hacia los tres matones. Desarmó a uno, tirándolo contra la pared. Desarmó a otro, le pateó en el estómago y le tiró contra una puerta.

El otro retrocedió hacia el balcón, Batman vino atravesando el humo, zancadilleó al hombre y este rompió la ventana, aterrizando en el balcón exterior.

El matón se levantó, navaja en mano, atacó a Batman que lo esquivo, pero su traje recibió una cuchillada. Batman agarró al matón, golpeó su cabeza contra la barandilla de metal y… de repente, otro matón comenzó a disparar desde el interior del edificio.

Batman saltó al vacío, usando su bat-garra y subiendo a la novena planta. Haciendo añicos el cristal de la ventana.


Planta nº 9.

Batman rodó por el suelo mientras los matones le disparaban. Tres matones bajaron las escaleras con ametralladoras.

Los ojos de Batman se iluminaron de color blanco, podía ver a través de los muros. Los matones armados fueron marcados con color naranja.

Sacó la Bat-barra agarrada a su muslo, presionó el botón y se encendió. Salió de su cobertura, tiró un batarang grande que se dividió en cinco pequeños que desarmaron a los cinco matones.

Batman golpeó a un matón contra un florero, luego esquivó el ataque de otro armado con un bate de béisbol. Batman le golpeó con la Bat-barra, electrocutándolo y noqueándolo.

Dos matones más dispararon contra él. Batman lanzó una granada de humo, y acabó con ambos.

Otro matón trató de acuchillar a Batman, pero éste lo esquivó y tiró al hombre por las escaleras.

Batman se giró, recibió un puñetazo de un matón mientras otro le agarró por detrás.

Un matón cogió la Bat-barra, pero recibió una descarga eléctrica y cayó al suelo.

Quedaban tres matones.

Batman fue hacia atrás y empujó al matón que lo agarraba contra la pared, luego saltó y pateó al otro matón en la cara. Se giró, golpeó al matón que lo agarraba y se giró de nuevo, siendo golpeado en el vientre.

El matón agarró a Batman por el cuello. Éste desorientó al matón golpeándole a ambos lados de la cabeza. El matón soltó a Batman, Batman le pegó con la rodilla en la cabeza.


Tejado. Al mismo tiempo.

Se estableció un cerco policial alrededor de la escena del crimen. Gordon estaba allí, consolando a su mujer, que no paraba de llorar. Harley Quinn estaba allí, hablando con el comisario Walker.

-Joker sigue libre. – dijo Harley.

-Ahora no, Harley.

Un policía corrió hacia ellos, con prisa.

-Señor, hay informes sobre un tiroteo en el Salón del Iceberg.

-¿Joker? – preguntó el comisario.

-Batman, señor. – respondió el agente.

-Quinn, conmigo.

Harley preguntó:

-¿Y Gordon?

-Será mejor que lo dejemos fuera de esto. No sabemos cómo actuará.

Harley y Walker se fueron con el policía. Gordon y Barbara se sentaron en el suelo, mirando al cuerpo de su hijo, tapado por una lona.


Planta nº 11.

Batman tiró a un matón por el hueco del ascensor, lo agarró y lo dejó colgando boca abajo en el vacío.

El matón gritaba de miedo, casi llorando.

-¡Por favor, no me mates!

-Dime cómo llegar hasta el Pingüino.

-¡No sé dónde está, lo juro!

-¿Esperas que me crea eso?

-¡Es la verdad, lo juro por Dios!

-Entonces espero que responda a tus plegarias.

Batman soltó la cuerda y dejó caer al matón, que gritaba mientras caía al vacío. Batman volvió a tensar la cuerda, y el matón frenó su caída, pero se golpeó la cara contra una de las paredes.


Escaleras hacia el piso nº 12.

Batman subía las escaleras, se detuvo. Un trozo de cristal estaba clavado en su pecho, lo saco, la sangre brotó de la herida y dejó escapar un ligero llanto de dolor.

- ##Bruce, ¿dónde estás?##

Bruce reconoció la voz robótica de Callie, que le hablaba por radio.

- ¿Callie?

- ##Tus lecturas de energía son bajas, tu traje parece estar dañado.##

- ¿Cómo estás hablando conmigo?

- ##He pirateado el cortafuegos que me pusiste, Alfred está preocupado.##

- Eres un ordenador, no sabes lo que es estar preocupado. Mantente al margen.

- ##Tan solo intento hablar contigo, hacerte entrar en razón. No tienes que hacer esto##.

-Ya te lo he dicho, mantente al margen de esto. Estoy bien.

Callie no respondió.


Planta nº 12.

Batman llegó a la duodécima planta. Dos matones le esperaban, ametralladoras en mano. Les miró desafiante, Bat-barra en mano.

- Ríndete, tío. No tienes ninguna oportunidad. – le dijo uno de los matones.

- Fuera de mi camino.

- No. Porque si continúas adelante morirás. Mi hijo te admira.

- No lo volveré a preguntar.

- No estoy en medio de tu camino, solo intento evitar que cometas un error.

El otro matón, que contemplaba la escena, intervino:

- Tío, mátale.

- No. Yo vine aquí a hablar con el Pingüino, y ya está.

El matón tiró su arma. Justo cuando el otro iba a dispararle, Batman lanzó un batarang contra él.

El matón que se había rendido era joven, de unos veinticinco años. Tenía un anillo de compromiso.

- ¿Por qué no me atacas? – preguntó Batman.

- Porque no soy ningún asesino.

- ¿Y qué eres?

- Un hombre con un hijo de dos años.

El matón se fue por las escaleras. Batman continuó adelante.


Mientras tanto…

Harley conducía el coche patrulla hacia el hotel. Walker estaba sentado en el asiento del copiloto.

- Entonces, a ver si me aclaro. Batman llega al tejado demasiado tarde, Gordon pierde a su hijo, ¿y ahora Batman ha montado un tiroteo en el Salón del Iceberg? – preguntó Harley, extrañada.

- Sí. – respondió Walker.

- Batman no mata a la gente.

- ¿Quizás alguien le esté intentando matar a él?

- ¿Crees que Joker está allí?

- Lo averiguaremos en un minuto.

El coche patrulla llegó finalmente al Salón del Iceberg, todo parecía tranquilo y en orden


Planta nº 15.

Batman entró por la puerta, no había matones en esta planta. Avanzó por la sala, cigarrillos apagados llenando los ceniceros que había en la sala, botellas de cerveza por el suelo, era un desastre.

Dos matones aparecieron por detrás. Uno tenía un bate de béisbol, golpeó a Batman en el muslo con él, Batman cayó de rodillas.

El matón sonrió, agarró a Batman y le golpeó en la cara. La sangre del hombre murciélago salió despedida y aterrizó en el suelo, creando una mancha roja.

- Bats es humano después de todo. – se burló el matón.

- Acabemos con él. – dijo el otro.

El matón agarró el bate de béisbol. Golpeó a Batman en el pecho, luego en la espalda, Batman cayó tendido al suelo. Mientras el caballero oscuro se arrastraba por el suelo, el matón arremetió fuertemente con su bate en los riñones de Batman.

Batman gritó y lloró de dolor.

- Adelante, te toca. – le dijo el matón al otro, pasándole el bate.

El otro matón cogió el bate, golpeó a Batman en la espalda con fuerza. El matón lo agarró y lo empujó contra la pared. El matón le golpeó con el bate a la altura de las rodillas. Lo hizo con tanta fuerza que el bate se partió en dos.

Batman lloraba de dolor, un inmenso dolor.

El matón agarró a Batman, y lo llevó por la habitación antes de tirarlo contra una puerta.


Habitación 71.

Batman se agarró al cabezal de la cama e intentó recuperarse de la paliza. Pero uno de los matones le agarró y le tiró contra la pared. El otro entró a la habitación, riendo.

Batman fue golpeado nuevamente en el pecho. Jadeaba, casi no podía respirar.

- ¿Qué te parece si acabamos con tu sufrimiento? – preguntó el matón.

Este sacó un revólver. Lo puso frente a la cabeza de Batman. Él cerró los ojos mientras el matón apretó el gatillo pero, de repente, su mano fue fuertemente sacudida y la bala acabó en la frente del otro matón, matándolo al instante. El matón no podía creerlo:

- ¿Pero qué…

Se giró, para ver a la Mujer de Rosa. Sus ojos relucían, envió al matón contra la pared con un movimiento en su mano. Luego disparó dos orbes dorados de energía que apresaron al matón contra la pared.

- Duerme.

La mujer cerró el puño, el matón se durmió al instante.

Se dirigió a Batman, que estaba destrozado y derrotado, gravemente herido:

- ¿Pero dónde te has metido?

- Tú. – respondió Batman.

- Intenta no moverte, esto puede que te duela.

Puso su mano sobre la rodilla de Bruce, su rótula fue reconstruida y recolocada. Colocó su mano sobre el pecho de Bruce, sus heridas dejaron de doler y sus costillas se volvieron a poner en su sitio.

Luego ambos se levantaron. Todavía le dolía, pero indudablemente no tanto como antes.

Batman no perdió tiempo en preguntar:

- ¿Quién demonios eres y cómo has hecho eso?

La Mujer de Rosa respondió:

- Escúchame. Regresa sobre tus pasos, sal de aquí, si continúas adelante morirás. Puede que sea capaz de curar una rodilla rota, pero no puedo curar la muerte. Tienes que volver. No te volveré a ayudar.

- ¿Por qué me has ayudado?

- Porque eres importante.

- Solo soy un hombre.

- Eres un símbolo, Bruce. Joker seguirá libre mañana y tú eres el único que puede detenerle. Pero si continúas con esto, morirás.

- ¿Qué sabes sobre Joker?

- He vivido lo suficiente como para saber que él no asesinó a tus padres.

- ¿Qué? – preguntó Batman; no podía creer lo que decía la mujer.

- Otro lo hizo, y está aquí, Bruce. Si no sales de aquí, te matará a ti también.

- ¿De qué estás hablando?

- Sal de aquí, Bruce. No te lo pediré otra vez y no volveré, si continúas, estarás solo.

La mujer hizo ademán de volverse, pero Batman la detuvo:

- Espera, ¿quién eres?

La Mujer de Rosa comenzó a desaparecer:

- Soy una amiga.

Desapareció de la vista de Bruce. Bruce se quedó allí por un momento, considerando sus opciones.

Salió de la habitación.


Planta nº 20

Bruce decidió finalmente continuar, a pesar de las advertencias de aquella misteriosa mujer. Se cubrió tras una columna. Cuatro matones armados estaban custodiando el ascensor. Sus ojos se volvieron blancos, investigó la zona.

Había un conducto que recorría la pared, conducía agua. Sacó una pequeña carga explosiva de su cinturón con forma redonda y plana, la cargó en la pistola y disparó.

La carga se pegó al conducto, los matones oyeron el ruido. Explotó, enviando trozos de metal por todas partes y el agua comenzó a inundar todo el lugar.

Los matones se distrajeron. Batman fue sigilosamente y neutralizó a uno. Luego a otro, y por último golpeó las cabezas de los dos restantes entre ellos, dejándolos inconscientes.

Dos matones armados llegaron, Batman los vio, rápidamente abrió una puerta y entró a una habitación cuando los matones encontraron los cuerpos inconscientes de sus compañeros en el suelo.


Habitación 105.

Batman se acercó a la ventana, la abrió, y se agarró a un saliente. Miró abajo, había una gran caída, y se veían las luces de coches de policía. Miró arriba, todavía quedaban sesenta plantas para llegar al ático.

Disparó su gancho, se agarró a otro balcón a unas seis plantas más arriba, y subió.

Por un momento tuvo la visión del asesinato de sus padres. Sus padres caían muertos. Dos hombres en el callejón. Uno con un sombrero y traje del estilo de los años 20.

Bruce subió al balcón de la planta nº 27, suspiró y se pegó a la pared.


Callejón tras el teatro Monarch. Hace muchos años.

Un niño salió por la puerta del callejón con sus padres, Martha y Thomas. Anduvieron.

- Lo siento, papá. – dijo el niño, Bruce Wayne.

- ¿Por qué?

- Porque no me gustó.

Martha consoló al niño:

- No tienes nada que sentir, Bruce. A decir verdad creo que a mí tampoco me gustó.

Thomas rió:

- Estoy de acuerdo.

Dos figuras sombrías emergieron de la oscuridad. Ambos armados con pistolas. Jack Napier y… un hombre con sombrero, su cara tapada por las sombras.

- Dame tu cartera, ricachón. – exigió Napier.

Thomas levantó las manos. Bruce miraba asustado, Martha lo parecía también, pero era una mujer valiente. Thomas contestó:

- Vale, tranquilo, ahora baja el arma y márchate.

- Creo que no me has oído.

Jack apuntó con su pistola a Martha, que quedó paralizada, horrorizada. Thomas gritó:

- ¡Espera… por favor! Mira, aquí, cógela y vete. No hagas daño a mi familia.

Thomas cogió su cartera con una mano y se la pasó a Napier. Mantuvo las manos en alto. Napier sonrió, abriéndola, sacando el dinero.

- Muchas gracias.

- Ahora, por favor, vete.

Pero el hombre del sombrero presionó el gatillo, Thomas cayó al suelo muerto, Bruce gritó, Martha también; el hombre del sombrero disparó también a la mujer ante la mirada de Jack. La mirada del Joker, pero todavía con algo de humanidad en su rostro.

- No es nada personal, señor Wayne. – dijo el hombre del sombrero.

Bruce miró al asesino cuando Napier echó a correr. El hombre del sombrero miraba los cadáveres con su pistola humeante en la mano, Bruce le miró con fuego en los ojos, furioso.

- Puede que me odies por lo que he hecho esta noche, joven Bruce. No dudes en buscarme cuando estés preparado. – dijo el asesino.

El asesino se marchó. Bruce cogió a su madre en sus brazos, incapaz de darse cuenta de lo que realmente ha pasado.


En la actualidad…

Bruce lo recordaba, ahora lo recordaba todo.


Salón del Iceberg. Mientras tanto.

Walker y Harley salieron del coche patrulla. Una docena de coches patrulla o algo así aparcados frente al edificio, los policías miran. Una furgoneta SWAT aparca también.

- Drake, ¿qué tienes? – preguntó Walker a un oficial de policía.

Su nombre era Tim Drake, de unos veinte años, guapo, pelo negro; un policía novato impulsivo, llevaba el uniforme azul del cuerpo de policía.

- ¿Qué no tengo? Tengo a la recepcionista del hotel gritándome en la oreja cuando salió del edificio, dos ancianas incapaces de recordar sus propios nombres y un vagabundo intentando pedir dinero en una escena del crimen. – respondió Drake.

- Me refiero a Batman.

- Todos ellos dicen lo mismo, que está aquí, en el hotel, y no está de buen humor. La recepcionista me dijo que casi mató a un tío.

Harley intervino en la conversación, dirigiéndose a Walker.

- Este es el hotel de Cobblepot, ¿verdad?

- Sí, ¿y?

- Bueno, Cobblepot es un jefe de la mafia, debería estar entre rejas.

- Se mantiene fuera de peligro, no es asunto nuestro. Además, trabaja para nosotros.

- ¿Qué?

- ¿Estás trabajando con un condenado jefe de la mafia? Se supone que eres poli. – protestó el joven policía.

Walker respondió:

- Soy policía, pero a veces necesito un poco de ayuda cogiendo a los malos.

- ¿Sabe dónde está Joker? – preguntó Harley.

- ¿Podemos concentrarnos? Batman está ahí dentro, la gente de Gotham lo quiere arrestado. Es un vigilante, y tenemos que detenerle. Si Cobblepot sabe dónde está Joker, haremos que cante. Entramos ahí, los encontramos a los dos, antes de que uno de ellos acabe muerto.

Walker se alejó. Drake y Harley miraban. Drake dijo:

- Apuesto a que nunca pensaste que acabarías trabajando para un capullo como ese, ¿eh?

- Los he visto peores.

- Lo sé. Leí tu expediente, detective. Un negocio muy chungo en el Barrio Chino.

- No me lo recuerdes.


Planta nº 36.

Batman andaba, presionándose el brazo mientras continuaba quejándose del dolor.

Callie habló por la radio:

-##Bruce, ¿estás ahí?##

- Callie, cuánto tiempo.

- ##Pensé que podría tomarme un descanso antes de volver a contactar contigo. Tus constantes vitales han aumentado, es extraño.##

- Digamos que he conocido a una chica.

- ##¿Una chica?##

- Quiero que pongas en funcionamiento el programa de rastreo, inicia una búsqueda para una mujer vestida de rosa.

- ##Cruzando las referencias, la búsqueda debería estar catalogada para cuando regreses. Bruce, ten cuidado.##

- ¿Cómo está Alfred?

- ## Se ha ido a su habitación a descansar. No puede aguantar la constante amenaza de tener que enterrar a otro miembro de la familia Wayne. Palabras textuales.##

- Vigílale.

- ##Ya lo estoy haciendo.##

- Gracias, Callie. Cierro.

Batman se detuvo tras un muro, se cubrió. Por lo menos ocho matones estaban en la habitación, alrededor de una mesa de billar, hablando:

- ¿Crees que Batman está muerto ya?

- No he oído nada de él desde hace rato.

- No está muerto.

- ¿Qué te hace decir eso?

- Ese tío es un fantasma, no se puede matar a un fantasma.

- ¿Realmente crees que Batman es un fantasma de la noche? ¿Alguna clase de demonio?

- Trabajamos para un enano.

Los matones rieron, pero uno de ellos no le vio la gracia.

- Si Cobblepot te oyera hablando así, te mataría.

- ¿Y supongo que tú apretarías el gatillo, eh, tipo duro?

Mientras discutían, Batman pasó inadvertido.


Vestíbulo.

La puerta que había sido bloqueada por Batman saltó por los aires, y los SWAT entraron al vestíbulo. Dos matones yacían inconscientes en el suelo, Harley, Walker y Drake entraron también al vestíbulo. Era un desorden.

- Si Batman está aquí irá de camino hacia el ático, por si acaso quiero a dos equipos en las plantas setenta y ocho y setenta y nueve. Drake, Harley, vosotros conmigo. – ordenó el comisario.

Drake preguntó, en cierto tono burlón:

- Déjame adivinarlo, ¿entramos al infierno?

- Los cogeremos a los dos, vivos.


Planta nº 75.

Batman se abrió camino por las escaleras, las luces parpadeaban. Una puerta se abrió bruscamente, de ella salió un enorme bruto que le agarró y lo tiró contra la pared.

Batman golpeó con la rodilla al gigante en los huevos, luego le propinó una fuerte descarga con la Bat-barra y lo dejó inconsciente.

- ¡Dios! – suspiró Batman, aliviado.

Batman miró en el interior de la habitación de donde había salido el bruto, había una niña pequeña allí, cubriéndose asustada con las sábanas de la cama.


Habitación 771.

Batman entró, se arrodilló a un lado de la cama. La niña estaba llorando. Batman le preguntó:

- Hey, ¿estás bien?

- Vete.

- No voy a hacerte daño.

- Has hecho daño a mi papi.

- ¿Era tu padre?

La niña no respondió. El gigante entró a la habitación, con la mano en su cabeza recuperándose de la descarga, y vio a Batman. No era ningún matón, tan solo era un padre, uno enorme.

- No le hagas daño a la niña.

- ¿Cómo sabías que estaba fuera?

- Te he oído.

- Cierra con llave, que no entre nadie.

- ¿No vas a hacernos daño?

- No.

- Lo siento, por haberte atacado.

- Siempre me pasa.


Oficina del gerente.

Pingüino tiró el cenicero al suelo, enfadado. Estaba al teléfono, hablando con alguien.

- Está aquí y está destruyendo mi maldito hotel, payaso, ¿dónde están los malditos refuerzos que prometiste?

Al otro lado del teléfono, Joker estaba haciendo filigranas con una pistola en su mano, la pistola con la que asesinó al pequeño James.

- Ya están allí. – dijo Joker.

- ¿Qué? Lo único que veo son luces de policía fuera…

- ¡Bingo!

- Bastardo. ¡Monstruo trastornado! ¡Me has vendido!

- Por supuesto que sí. Porque sé quién eres, Cobblepot. Eres un soplón. Y ahora estás solo, uno-dos-Batman-viene-a-por-ti-tres-ya-está-muy-cerca.

Pingüino gruñó mientras el sonido de la risa del Joker sonaba a través del teléfono. Lanzó el teléfono por la ventana, rabioso.

Se veían rayos, se oían truenos. Pingüino estaba muy enfadado y apretaba los dientes.


Planta nº 9.

Drake y Harley seguían todo el rastro que Batman había dejado. Matones inconscientes por todas partes, muchos de ellos comenzaban a despertar, y eran esposados y detenidos.

- Madre mía, ¿quién demonios es este tío? – preguntó Drake.

Walker le contestó:

- Es un vigilante, Drake.

- Ninguno de ellos está muerto. – apuntó Harley.

- Continuad. Vamos a coger a Batman esta noche. – ordenó Walker.

Drake intervino:

- Señor, perdone mi intrusión pero, si puede hacerle esto a diez matones armados no creo que nosotros vayamos a ser una amenaza para él.

Walker consideró el apunte de Drake, quizás tuviera razón.


Salón del Iceberg, Zona VIP. 22:00

Batman agarraba a un tío, golpeándolo con su brazo malherido en el cuello. El matón estaba inconsciente. Se cubría tras una columna. Se asomó, dos matones armados vigilando la puerta de la oficina del gerente del hotel.

Tres matones más llegaron a la sala, armados… cuando le vieron, abrieron fuego.

Muchos disparos por el lugar. El ruido ensordecedor de las balas saliendo de los cañones de las pistolas retumbaba por la sala VIP del lujoso hotel. Los matones disparaban. Dos batarangs salieron lanzados de una mano con guantes, en dirección a los matones.

Un matón fue neutralizado por el batarang, el otro batarang golpeo en la luz del techo, mandando chispas, hasta sumir a la sala en la oscuridad.

El matón permaneció quieto, respirando fuertemente, asustado. Pronto fue neutralizado. Los otros matones dispararon salvajemente, a cada sombra que veían o creían ver, cada uno fue noqueado, cinco en total, sin poder hacer absolutamente nada para evitarlo.

Mientras tanto, la voz algo apagada y gruñona de su jefe resonaba por los varios altavoces que había en las paredes de la zona:

- ##¡No me importa si es más fuerte o no, salid allí y matad a ese bastardo! ¡Se está cargando mi hotel!##

La zona de los ojos en una máscara negra con orejas de murciélago se iluminó de color blanco. Era Batman, estaba allí, su traje destrozado, y su cuerpo magullado. La sangre brotaba de su labio inferior, su capa estaba rasgada. Parecía como si volviera del infierno.

Batman se acercó a la puerta que le separaba de su enemigo. Las puertas se abrieron solas, y cara a cara se presentó Oswald Cobblepot, alias Pingüino. Pistola en mano, rodeado por dos matones armados con ametralladoras.

Pingüino miró a su alrededor. Su nariz punteada, su apariencia baja y rechoncha en un traje negro con una corbata rosa era bastante imponente. Buscó a Batman con la mirada.

- Sé que estás ahí, Bats, muéstrate para que podamos tener una agradable discusión.

Una sombra se proyectó en la pared. Pingüino frunció el ceño, luego se encendió un puro.

- ¡Vale, lo haremos a tu manera!

Uno de los secuaces fue embestido contra la pared. El otro fue lanzado por la ventana. Mientras caía ochenta plantas por la fachada del hotel, un gancho metálico agarró su pierna y lo dejó suspendido en el aire.

Pingüino retrocedió, su dedo en el gatillo mientras una enorme e imponente sombra se le acercaba. Disparó… falló, Batman le placó y ambos entraron a la oficina.

Pingüino golpeó a Batman con su bastón, Batman cayó al suelo. Pingüino buscó rápidamente su pistola, la cogió y apuntó con ella a Batman que se apartó por los pelos. La bala dio en la botella de licor.

El alcohol se derramó por la mesa, el cristal de la botella se rompió. Batman agarró a Pingüino, le empujó contra la pared. Éste golpeó a Batman con su cabeza, haciéndolo retroceder.

Después fue a por la pistola. Batman le agarró, le tiró sobre el escritorio y luego le golpeó.

Pingüino le escupió en la cara. Batman reaccionó con un puñetazo en el estómago. Pingüino gritó de dolor.

- ¡Dónde está Joker! – gritó Batman; no tenía tiempo para juegos.

- ¿Qué? ¿No me lo vas a pedir por favor?

Batman agarró a Pingüino y lo llevó hacia la ventana y lo golpeó contra ella. El cristal se resquebrajó y se rompió, la caída de ochenta plantas les amenazaba.

- ¡Dime dónde está!

- Eso, saca toda tu furia.

Batman gruñó, y amenazó a Pingüino con tirarlo.

- Por qué estás tan furioso, ¿problemas durante la niñez?

Batman cogió la pistola y la puso en la cabeza de Pingüino. Su dedo en el gatillo, la rabia en su rostro.

- Vamos, aprieta el gatillo. – dijo Pingüino

- No me tientes.

- ¿Tienes las pelotas? Porque no te voy a decir nada. ¿Quieres saber dónde está Joker? Mala suerte. – se mofó Cobblepot.

- Como quieras.

Batman presionó el gatillo, se oyó un clic, no quedaban balas en el cargador. Tiró la pistola por la ventana. Luego miró a Pingüino, que ahora parecía realmente asustado.

- Vale, vale. Te diré dónde está. Está en los Narrows, dijo algo de visitar a un doctor, a un tipo llamado Victor.

- Mientes.

- Como si no supiera que la pistola estaba vacía. Eres un idiota, un idiota enmascarado.

Batman sonrió. Cogió un paraguas, lo agarró en el pecho de Pingüino y lo empujó por la ventana. Pingüino estaba colgando boca abajo ochenta plantas sobre el suelo. Batman lo agarraba de la pierna.

Pingüino gritaba, asustado.

- ¡Súbeme! ¡Súbeme!

- Dime dónde está Joker y te salvaré, si no será mejor que ese paraguas tuyo funcione.

- ¡Muy bien! Está en un almacén en el centro, dijo que quiere encontrar a Victor Fries.

- ¿Qué almacén?

- Creo que una antigua planta de químicos.

- Si mientes, volveré a por ti.

- No, ¡lo juro por Dios!

Batman agarró a Pingüino y lo subió a la habitación. Pingüino se agarró a Batman con fuerza, y respiró aliviado.

El caballero oscuro fue hacia la puerta. Se giró hacia Cobblepot, y preguntó:

- Me dijeron que había un hombre aquí que asesinó a Thomas y a Martha Wayne, ¿es eso cierto?

- ¿Qué te importa eso?

- ¿Está aquí?

- Probablemente esté sentado en un despacho bebiendo brandy.

- ¿Le conoces?

- Yo respondo ante él.

- Dame un nombre.

Pingüino dudó un momento mientras Bruce esperaba el nombre del asesino de sus padres. Finalmente, Pingüino lo reveló:

- Walker.

- ¿El comisario?

- Déjame adivinarlo, ¿Joker te dijo que yo lo sabía?

- Sí, me lo dijo.

Batman se marchó, al menos Pingüino no se había dado cuenta de su identidad secreta.


Planta nº 79.

Walker ordenó al equipo SWAT que se preparasen. Drake y Harley le seguían.


Planta nº 80.

Batman abrió la ventana, presionándose las costillas doloridas. Miró abajo donde había aparcado el Bat-móvil, y oyó los pasos que venían de las escaleras.

Walker apareció en la habitación. Batman le miró con determinación. Walker le apuntó con su pistola mientras Batman se dejaba caer al vacío. Walker corrió hacia la ventana.

- ¡Quiero agentes en ese callejón, Batman se escapa!

Batman desplegó su capa y planeó lentamente hacia el Bat-móvil. Encendió el motor del coche, condujo por las oscuras y nocturnas calles sin absolutamente ningún testigo que lo viera.


La Bat-cueva. Días después.

Bruce estaba sentado en su silla. Viendo las noticias en la pantalla grande.

- Tras los ataques sobre Gotham hace varios días, la policía ha introducido leyes nuevas para aumentar la seguridad en nuestras calles. Han declarado que el Joker, el hombre responsable del ataque, está libre y que siguen siendo tiempos peligrosos para los ciudadanos de Gotham. El teniente James Gordon está de luto tras la muerte de su hijo a manos del Joker...

Bruce silenció la televisión. Suspiró y se lamentó, cuando Alfred entró en la habitación. Puso su mano sobre el hombro de Bruce.

- Sé que es difícil de creer, señor… - dijo Alfred, tratando de consolar a Bruce.

- Asesinó a mis padres, Alfred. El comisario de policía asesinó a mis padres.

- Tendrá lo que se merece.

- Sí, los dos lo tendrán.

Alfred sabía perfectamente a quién se refería Bruce. Bruce continuó viendo las noticias. Había una foto del pequeño James Gordon, el hijo de su amigo que no pudo salvar.

- No pude salvarle, Alfred.

- Usted hizo lo que pudo, pero tristemente no fue suficiente. No puede culparse.

- No puedo seguir con esto, el hijo de Gordon ha muerto por mí.

- Por eso debe continuar haciéndolo, señor. Ese hombre ha hecho cosas imperdonables. Tiene que ser llevado ante la justicia y usted es el único que puede hacerlo. Gotham le necesita, necesita a Batman.

Bruce miró el Bat-traje, suspiró.

- ¿Ha llamado Gordon?

- Sí.

- ¿Cuándo es el funeral?

- El martes, a las tres.

- Gracias, Alfred.

Bruce abandonó la Bat-cueva.


Cementerio.

Bruce acudió al funeral. Todos iban de negro. También estaba el comisario Walker, Bruce le echó una mirada furiosa.

La gente andaba bajo la lluvia. Gordon era consolado por Walker, que luego pasó al lado de Bruce:

- Ha sido un día duro para él.

- Sé lo que es el enterrar a tu familia. Y sé que el responsable sigue ahí fuera, pretendiendo ser algo que no es. – respondió Bruce.

- Encontraremos a Napier. Tienes mi palabra, joven Bruce.

Walker se marchó, se puso el mismo sombrero que llevaba la noche en la que mató a los padres de Bruce. Bruce quería contárselo, realmente quería acabar con él, pero se contuvo.

Bruce se acercó a Gordon:

- Jim.

- Bruce, gracias por venir.

- Lo siento, Jim. Lo siento muchísimo.

- He oído mucho de eso últimamente.

- ¿Cómo está Bárbara?

- Se llevó a mi hija en coche, no me han dicho ni una palabra desde… desde… desde que Joker… - se contuvo el llanto y respiró por la nariz -. Se llevó a mi hijo.

Gordon miraba la tumba de su hijo, Bruce estaba a su lado cuando el sol comenzaba a ponerse.


Habitación de Bruce. Horas después.

Bruce se sentó en su cama y miró una foto de sus padres sonriendo. Él era solo un bebé en la foto.

- ¿Pero qué he hecho?

Bruce continuó mirando la foto. Luego se giró hacia la pared, donde vio una foto de Joker junto con varios recortes de periódico que había coleccionado y colocado sobre un corcho.

Bruce fue hacia la pared. Miró fijamente la foto de Joker y dijo, convencido:

- Te encontraré.

Luego miró un poco más abajo, a una foto de Walker, el sonriente Walker al que le fue entregada la llave de la ciudad, el comisario de policía dándole la mano al Presidente.

Bruce miraba, enfadado y lleno de rabia.

FIN

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