Green Lantern nº33

Título: Posguerra (III)
Autor: Jeronimo Thompson
Portada: Roberto Cruz
Publicado en: Octubre 2014

La misión de Kyle Rayner en Thanagar se complica con la inesperada intervención del poderoso Culto de Onimar Synn, pero aparte de esto… ¿Quieres saber qué le ocurrió a Lex Luthor después del final de “Imperio”? ¡Entonces éste es tu número!
Mi nombres es Kyle Rayner. Cuando era un niño, nunca pude decidir que quería ser cuando fuese mayor. Pero el destino lo hizo por mí. Soy el Portador de la Antorcha. Soy un Green Lantern. Soy un héroe.
Kyle Rayner creado por Ron Marz y Darryl Banks

En el episodio anterior: El Green Lantern Corps controla actualmente Thanagar a petición del Alto Mor, de manera que le ha tocado a Kilowog y un escuadrón de Manhunters que se encuentra bajo su mando lidiar con la inestable situación política y social que reina en este planeta desde el final de su desastrosa campaña expansionista. Mientras el Culto de Onimar Synn se sitúa como el principal grupo opositor al ahora débil Alto Mor, según todos los indicios preparado para dar un golpe de estado en cualquier momento, Kyle Rayner llega a Thanagar con la misión de encontrar un artefacto que bien podría destruir el delicado equilibrio de fuerzas que pugnan por hacerse con el control de este planeta.

Ayer.

-¿Lex Luthor? –exclamó Kyle desconcertado. -¿Ése es tu precio por participar en todo esto?(1)-.

-Sólo en lo que a ti te concierne, pero sí: si quieres que te ayude en este asunto, primero tendrás que darme tu palabra de que buscarás a ese terrestre para mí cuando esto acabe. Lo conoces, ¿no es así?-.

-Más de lo que quisiera –bufó el Green Lantern.

Kyle se alejó un par de pasos de la ruinosa cápsula submarina que le había permitido completar la última etapa de su viaje hasta Thalrassa; miró brevemente a su alrededor y eligió una de las grandes rocas que salpicaban la costa para sentarse frente a la thanagariana. Los fragmentos de la ciudad flotante que habían salido despedidos tras su impacto contra el suelo cubrían aquella zona tanto por encima como por debajo del nivel del mar.

-No te pongas demasiado cómodo –dijo la mujer manteniendo el mismo tono neutro de voz. –Debemos irnos ya-.

-Sí, pero sólo después de que haya aceptado pagar tu precio, ¿verdad? –replicó Kyle apoyando los codos sobre sus rodillas. –Pues me temo que en ese caso vamos a tener que charlar un rato aquí sentados, porque no pienso hacerte ninguna promesa sin saber antes de qué va todo esto-.

La thanagariana le contestó mientras desviaba su mirada hacia un punto indeterminado del horizonte; la expresión de su rostro denotaba más embelesamiento que actitud vigilante:

-Alguien podría escuchar nuestra conversación. Si seguimos aquí…-.

-Déjalo, Kawen –la interrumpió el Green Lantern. –Ya me he cansado de seguirte este juego. Kilowog (sí, he pronunciado su nombre, no pasa nada) ha rastreado este sitio de arriba a abajo desde mucho antes de que llegáramos, y según me ha dicho cuando se marchaba, en este momento tenemos a dos Manhunters sobre nuestras cabezas asegurándose de que nadie descubra nuestra presencia; ni físicamente, ni con la ayuda de un sistema de detección. Así que, por favor, olvida ya esa actitud paranoide y empieza por contarme todo lo que sabes sobre Lex Luthor; estamos solos y nadie nos escucha-.

Kawen Dan mantuvo los ojos fijos en el horizonte.

-No sobrevivirás mucho tiempo en Thanagar si dejas tu vida en manos de otros; siempre has de ser tú quien controle la situación o ellos acabarán contigo-.

“¿Ellos?” pensó Kyle alarmado. “¿Quiénes son ellos?”. “¿Con qué clase de pirada me has enviado para cumplir esta misión, Kilowog?”.

-Pero está bien –continuó Kawen. –Si estás dispuesto a asumir ese riesgo, dime: ¿qué quieres saber sobre ese terrestre?-.

-Bueno, por ejemplo –respondió Kyle, aliviado por haber sido capaz de reconducir la conversación-, me gustaría saber qué interés tienes en Luthor. Lo último que sé de él es que un grupo de los tuyos se lo llevó detenido de la Tierra para juzgarlo aquí por sus delitos contra Thanagar(2), pero no se me ocurre qué ha podido hacer desde entonces para que te resulte tan importante-.

-Mi interés por Lex Luthor no tiene que ver con nada de lo que haya hecho desde que llegó a aquí, sino con algo que hizo antes, en la Tierra: ¿tienes alguna idea sobre cuál era la naturaleza de esos “delitos contra Thanagar”?-.

-Eh… Sí, creo que eliminó a un grupo de thanagarianos con el que había llegado a un acuerdo para ayudarles a capturar a Hawkman en su propia ciudad, St. Roch(3). A cambio recibió armamento y un puñado de metal Nth, pero según me contó Flash, los problemas empezaron cuando ese acuerdo amenazó con hacerse público y Luthor cortó por lo sano enviando a su propio escuadrón de la muerte para ejecutar a todos los thanagarianos que habían estado operando en suelo estadounidense con su consentimiento. Entonces todavía era el presidente de los EEUU…-.

-Eso fue lo que ocurrió –asintió Kawen con tono ausente.

-De acuerdo, pero lo que no sé es que pasó después de eso. Supongo que si me estás pidiendo ahora que lo busque es porque no lo condenasteis a muerte; lo cual me sorprende, todo sea dicho. ¿Puedes darme más detalles?-.

Kawen se frotó distraídamente la nuca, atrayendo la atención de Kyle sobre su cuello; la suciedad que lo cubría no lo hacía menos atractivo.

-Lex Luthor fue traído a Thanagar, efectivamente; en aquellos días, el planeta entero se preparaba para la campaña militar que se iniciaría con la ocupación de Oa(4), y nadie tenía tiempo que perder con ese terrestre mezquino. Así que fue juzgado y condenado por la vía rápida, y enviado directamente a la Isla del Destino-.

-¿La colonia penal que está ahí, en mitad de la bahía? –preguntó Kyle señalando con el dedo pulgar hacia un punto indeterminado a su espalda.

-Esa misma-.

El Green Lantern rumió aquella información unos instantes antes de seguir hablando:

-¿Y quieres que yo saque a Luthor de ahí?-. Por un instante se imaginó a sí mismo tatuándose un plano de la isla por todo su cuerpo. –No lo entiendo. ¿Por qué no se lo pediste tú misma al Alto Mor como pago por tu participación en esta operación? ¿Pensaste que no iban a aceptar?-.

-Olvidas lo primero que te he dicho cuando llegaste: el terrestre ya no se encuentra en Thanagar-. Kawen volvió a centrar toda su atención en Kyle, clavando en él unos ojos verde grisáceos que turbaron al Green Lantern. -¿Sabes qué llevó al Alto Mor a pedir la ayuda de los Guardianes del Universo? ¿El motivo último que les convenció de que debían aceptar la presencia del Green Lantern Corps en este planeta?-.

-Bueno –respondió Kyle encogiéndose de hombros-, Kilowog me ha contado que la situación era muy inestable; Thanagar se encontraba sumida en el caos y…(5)-.

Kawen negó con la cabeza.

-No. Eso nunca hubiera sido suficiente. Los thanagarianos somos un pueblo orgulloso-.

-Entre otras cosas. ¿Y entonces?-.

-Entonces vinieron los Psions-.

El Green Lantern sintió un escalofrío al oír el nombre de aquella raza de despiadados reptiles alienígenas.

-¿Los Psions? –acertó a preguntar.

-Esos demonios sin alma supieron de nuestra situación: la confusión que reinaba en Thanagar y que habíamos perdido la mayor parte de nuestros efectivos militares durante la desastrosa campaña expansionista. Así que decidieron enviar a uno de sus cruceros espaciales para recolectar-.

-¿Recolectar qué? –exclamó el Green Lantern, adivinando la respuesta nada más formular su pregunta.

-Especímenes para sus experimentos. Los Psions siempre andan a la caza de nuevos individuos con los que trabajar, así que se posaron sobre Thalsalla, la antigua capital de Thanagar, y comenzaron la recolecta. El Alto Mor no disponía de medios para impedírselo; por tanto, se vieron obligados a negociar, ofreciéndole a los Psions una alternativa desesperada que les permitiera llenar su crucero y abandonar el planeta lo antes posible-.

-A ver si lo adivino: ¿la Isla del Destino?-.

-La Isla del Destino-.

Kyle movió la cabeza asqueado por lo que estaba escuchando.

-¿Les entregaron una parte de los reclusos que tenían allí encerrados?-.

-Se los entregaron a todos. Lex Luthor incluido-.

-Joder…-.

-Los Psions se marcharon por fin de Thanagar –continuó Kawen-, y apenas dos días después, el Alto Mor solicitó a los Guardianes del Universo la intervención del Green Lantern Corps-.

Kyle se levantó de la roca sobre la que había estado sentado, volviéndose hacia aquel mar alienígena que rompía sus olas frente a él. A pesar de los kilómetros que los separaba, podía distinguir sin dificultad el contorno de la isla con forma de aguja que se alzaba en el mismo centro de la Bahía del Destino.

-Así que Lex Luthor, entero o a cachitos, se encuentra ahora mismo en Mundo Psión, y tú pretendes que cuando acabe mi misión en Thanagar me plante allí para rescatarlo y entregártelo a ti, ¿me equivoco?-.

-No te equivocas: eso es lo que quiero que hagas-.

-Y supongo que nadie te habrá contado que Mundo Psión se encuentra en el Sistema Vega, y que el Green Lantern Corps tiene vetada su intervención allí, ¿verdad?-.

-Pensaba que estabais reconstruyendo el Corps desde cero. ¿Esa norma sigue vigente?-.

-Ni idea –dijo Kyle girándose de nuevo hacia la thanagariana-, pero si hay algo que no necesitan los Guardianes del Universo en este momento es un nuevo conflicto que afrontar. Además, sigo sin entender qué interés puedes tener en Luthor. ¿Qué te une a él? ¿Llegaste a cruzarte con ese tipejo durante el tiempo que estuvo en Thanagar?-.

–No lo he visto en mi vida –terció Kawen; su voz pareció traslucir un amago de emoción por vez primera desde que iniciaran la conversación. -¿Recuerdas el grupo de thanagarianos que Luthor ordenó ejecutar en la Tierra? El primer oficial de aquel grupo se llamaba Kowan Dan y era mi hermano(6)-.

-Vaya… -murmuró el Green Lantern sin saber qué decir; no obstante, apenas tardó unos segundos en reaccionar: -Un momento. ¿No pretenderás que te lleve hasta él para matarlo? Luthor es una rata de la peor calaña, y entiendo que quieras vengar la muerte de tu hermano, pero…-.

Kawen recuperó de nuevo su abstraída carencia de emociones mientras miraba a Kyle con ojos vacíos.

-Ya sé que nunca me lo permitirías. Sólo quiero hablar con él; y explicarle quién era mi hermano-.

-¿A Lex Luthor? –exclamó el Green Lantern sin poder evitar que un breve bufido saliera de sus labios. -¿Crees que ese tipo va a sentir remordimientos o vivir algún tipo de momento trascendente-redentor? En el mejor de los casos, lo único que hará será utilizarnos para escapar del lío en el que se ha metido y darnos una puñalada por la espalda en cuanto tenga oportunidad. Me cuesta creer que sólo quieras hablar con él, la verdad…-.

Kawen Dan mantuvo la mirada del Green Lantern al concluir su alegato:

-Tienes mi palabra: si me llevas con él, no trataré de acabar con su vida. Además, tú estarás allí conmigo para evitar que lo haga si cambio de idea-.

Kyle sopesó sus palabras. Con lo poco que había hablado con ella, estaba llegando a la conclusión de que aquella thanagariana no estaba demasiado bien de la cabeza: su actitud paranoica nada justificada, el pago absurdo que pedía por ayudarle a cumplir su misión en Thanagar… O bien la muerte de su hermano, o la guerra, o quién sabía qué más, la habían dejado bien tocada. Pero por otro lado, ya podía volverse a la cápsula submarina si no aceptaba su precio, y al margen de todo esto… ¿podía ignorar el destino de Luthor ahora que sabía dónde estaba? Aquel tipejo merecía todo lo que pudiera pasarle, sin duda, pero… ¿acabar como conejillo de indias de los Psions?

-Esta bien. Tenemos un trato –aceptó Kyle.

Kawen se levantó de su roca y empezó a desplazarse con agilidad hacia el interior, alejándose de la línea costera.

-Sígueme –le apremió sin dejar de avanzar.


Hoy.

Kyle Rayner hizo a un lado la cortina que ocultaba el reservado donde había estado charlando con Kosmar, y se dirigió con decisión hacia la barra del área común de la taberna(7). Tal y como lo veía, la situación estaba muy clara: el thanagariano que trabajaba en aquella versión nada clandestina del Club de la Lucha y debía entregarle la información que necesitaba le había vendido; o para ser más preciso, había vendido a Kawen, su compañera en aquella misión, pues era con ella con quien creía aquel tipo que iba a reunirse ese día. Y en cuanto a la identidad de sus “compradores”, tampoco albergaba demasiadas dudas; el Green Lantern había hecho sus deberes y reconoció de inmediato los mantos bermellones que cubrían a los tres encapuchados que estaban con Kosmar: eran miembros del Culto de Onimar Synn.

Kyle evaluó sus opciones mientras avanzaba hacia la barra, internándose en la multitud de luchadores que hablaban a gritos, reían escandalosamente o bebían con fruición aquel brebaje de alto contenido alcohólico. A efectos prácticos, el Green Lantern estaba desarmado; por imposición de una regla bastante lógica, todos los luchadores eran despojados de sus armas al entrar en aquellas instalaciones, de manera que cualquier disputa que pudiera surgir (y de hecho surgían, principalmente en aquella taberna) debía resolverse a golpes, evitando así que la trifulca terminara en masacre. Por este motivo, la única arma a la que tenía acceso Kyle para defenderse de los tres tipos de bermellón, que sospechaba se habrían saltado ese control, era el anillo de poder que colgaba de su cuello sujeto a una gruesa tira de cuero sin curtir; el anillo que mantenía oculto bajo aquella especie de poncho raído que vestía, y que en ningún caso debía utilizar mientras permaneciera en Thanagar.

Los movimientos del Green Lantern no pasaron desapercibidos para los miembros del Culto de Onimar Synn, que rápidamente se desplegaron por el interior de la cantina entorno a Kyle. Kosmar permaneció mientras tanto junto a la salida, observando la escena confuso, sin saber qué debía hacer. Kyle no lo tenía mucho más claro, pero inesperadamente le vino la inspiración en forma de tópico; un manido y confiable tópico que se presentó ante él como un enorme sauriano que le daba la espalda y sacaba dos cabezas.

Los saurianos eran una de las numerosas especies que integraban los “Downsiders”, apelativo que recibían los alienígenas procedentes de los diferentes mundos conquistados por Thanagar; todos ellos traídos a este planeta como esclavos y condenados a vivir a nivel del suelo, en el “Downside”, lejos del lujo y las comodidades que disfrutaban los thanagarianos nativos en sus Torres. Sin embargo, la situación de estos alienígenas, que no conocían otro mundo diferente a éste desde hacía siglos, había empezado a cambiar en los últimos tiempos, y a raíz del ingreso de muchos de estos “Downsiders” en el ejército thanagariano, cada vez resultaba más común ver a miembros de esta variopinta comunidad en los niveles superiores. Los saurianos habían sido la especie más beneficiada por esta inesperada oportunidad de ascenso social debido a su fiereza, tan útil en combate, lo cual explicaba que en la taberna del nivel 438 de la Torre en que se encontraba, el Green Lantern hubiera contado hasta tres de aquellos alienígenas en la aglomeración de luchadores nativos.

Kyle sabía todo esto, como también sabía que este tipo de integración nunca resulta fácil al principio, así que sin darle más vueltas avanzó hacia el enorme sauriano que le estaba dando la espalda, tropezó con su brazo y tras cruzar con él una mirada de desprecio, siguió hacia la barra exclamando con un volumen de voz audible:

-Puto lagarto de cloaca…-.

Y el tópico se puso en marcha.

El sauriano se irguió cuan largo era, girándose hacia el Green Lantern con los ojos encendidos de ira. Kyle fingió ignorarle, pero cuando el “Downsider” arremetió contra él estaba preparado; se hizo a un lado, agarró al sauriano por su brazo izquierdo y dejó que el impulso lo estrellara contra otro thanagariano. Ambos cayeron al suelo, empujando a su vez a otros luchadores que perdieron sus bebidas en el envite. El sauriano se levantó de inmediato buscando a Kyle con la mirada, pero justo en el momento en que lo hallaba y daba un paso hacia él, el thanagariano que había tumbado accidentalmente se incorporó gritando su propio “¡puto lagarto!” y, aferrando al “Downsider” por el hombro, le obligó a darse la vuelta para estamparle un brutal puñetazo sobre su rostro reptiliano.

Los otros dos saurianos que se encontraban en la taberna, sin duda pocos pero muy motivados tras escuchar los insultos racistas, se dirigieron rápidamente hacia el lugar donde peleaba su hermano de especie. Al llegar allí, se encararon con los luchadores que hacían corrillo alrededor de los contendientes, los cuales, caldeados por el inicio de aquella refriega, aunque aún más por la pérdida de sus bebidas, ampliaron el intercambio de patadas y puñetazos a todo el área cercana a la barra.

Mientras tanto, Kyle había aprovechado el alboroto para escabullirse en dirección al acólito de Onimar Synn más alejado de la puerta de acceso, que trataba sin éxito de localizar al Green Lantern en medio de aquella pelea de bar. Cuando por fin lo vio resultó ser demasiado tarde: Kyle se arrojó sobre él derribándolo en un remolino de tela bermellón, y ya en el suelo le lanzó un directo a la mandíbula, seguido de un puñetazo contra su nariz que lo dejó inconsciente.

El Green Lantern miró entonces a su alrededor, aunque en la posición en la que se encontraba no fue capaz de distinguir nada más allá del tumulto de luchadores que lo rodeaba. Era probable que alguno de los otros dos acólitos le hubiese visto atacar a su compañero sectario y avanzara ya hacia su posición, así que no debía demorar su siguiente paso si quería alcanzar su objetivo. Kyle registró al acólito, y para su alegría, halló en su cadera derecha, bajo aquel manto que lo señalaba como seguidor de Onimar Synn, el arma que había sospechado que portaba.

A tan sólo unos pasos del lugar donde estaba el Green Lantern, había un amplio ventanal que ofrecía una vista impresionante de Thalrassa. Ocupaba toda la pared desde el final de la barra hasta el punto más alejado en el que empezaba la zona de reservados; en total, unos veinte metros de metalocristal curvo. Tras estudiar el arma con rapidez y deducir cómo funcionaba, Kyle se incorporó y apuntó decidido hacia el ventanal. Si algún thanagariano se dio cuenta de lo que pretendía hacer y trató de ponerlo sobre aviso, su grito debió de perderse en el estrépito causado por la rotura del metalocristal, al que siguió el rugido de una tremenda corriente de aire que, desde el exterior, esparció los fragmentos de ventanal por toda la taberna.

El caos reinante creció entonces en intensidad, y mientras algunos luchadores persistieron en continuar peleando, otros comenzaron a dirigirse atropelladamente hacia la única salida de la estancia. Manteniéndose en pie con esfuerzo, el poncho que vestía revoloteando a su alrededor, Kyle buscó con la mirada al thanagariano que aún debía darle la información que necesitaba. Según pudo comprobar, permanecía cerca de la puerta de acceso, aunque algo retirado para evitar ser arrastrado por la masa de luchadores que se agolpaba frente a ella para marcharse de allí. Por un momento, le extrañó que Kosmar no hubiera aprovechado aquella confusión para escapar de allí el primero, pero su pasividad cobró sentido cuando un pequeño claro en la marea thanagariana le permitió descubrir a uno de los acólitos de Onimar Synn detrás suya, sujetándolo por un brazo mientras, intuía, le apuntaba con su arma.

Así que un acólito retenía al luchador para que no escapase, otro estaba inconsciente a sus pies, y el tercero… ¿dónde estaba el tercero? El miembro del Culto de Onimar Synn que le faltaba golpeó su cabeza en aquel mismo instante desde atrás, haciéndole caer sobre sus rodillas; el tipo había aprovechado el movimiento caótico de los luchadores, unido a la ensordecedora ventolera que seguía barriendo la taberna a través del ventanal roto, para colocarse a espaldas del Green Lantern. Con un rápido movimiento le quitó el arma que había pertenecido a su compañero, y presionando un resorte interno, la dejó inservible al descomponerla en una docena de pequeñas piezas. A continuación, le propinó una tremenda patada en las costillas, y agarrándolo del pelo, trató de arrastrarlo lejos del hueco que había dejado el metalocristal fracturado con la intención de ocuparse de Kyle sin temor a que la fuerza del viento lo tumbara a él también. No obstante, pronto se rindió a la evidencia de que no era capaz de tirar del cuerpo del Green Lantern en una dirección mientras la corriente de aire le impulsaba hacia otra, razón por la que tras exclamar un inaudible “¡Por los Siete Demonios!”, el acólito sacó un arma del bolsillo oculto de su manto bermellón para zanjar el asunto allí mismo. Lástima que no hubiera hecho eso antes. Kyle se revolvió para deshacerse de la presa a la que lo tenía sometido el seguidor de Onimar Synn, y plantando sus manos abiertas sobre el suelo, lanzó una patada contra el estómago del thanagariano; se levantó con celeridad, formó un solo puño entrecruzando los dedos de ambas manos y golpeó la espalda del alienígena, provocando que éste se derrumbara a sus pies. Tras noquear al acólito con una segunda patada, esta vez sobre su rostro, Kyle se hizo con su arma y, de nuevo, buscó a Kosmar.

El área central de la taberna se encontraba mucho más despejada que antes, y apenas una decena de los luchadores seguían enzarzados en su pelea de bar ignorando todo lo que ocurría a su alrededor; entre ellos, por supuesto, los tres saurianos ofendidos. El resto de los thanagarianos que habían abarrotado el local continuaban agolpándose en la puerta de salida, que aunque amplia, no permitía un flujo de individuos demasiado rápido a su través. A Kyle le extrañó aquella reacción, en su opinión desproporcionada, sobre todo en gente como la que allí se reunía; sin embargo, pronto llegó a la conclusión de que los luchadores no estaban huyendo de un ventanal roto o de los disparos de un arma que tenía vetado su acceso a la taberna, sino de la mera manifestación de problemas. Si algo habían aprendido los thanagarianos en el período de posguerra que les había tocado vivir, era que debían evitar cualquier atisbo de problemas, y sin duda, aquella situación que implicaba a miembros del Culto de Onimar Synn (sus mantos bermellones los delataban como tales) gritaba la palabra “problemas” a un volumen brutal.

Kyle se sorprendió entonces al descubrir que Kosmar se debatía en aquel instante con el tercer acólito. Con toda seguridad, el thanagariano había observado la manera en que el Green Lantern se había deshecho de los otros dos seguidores de Onimar Synn, y consciente de que ellos serían los siguientes, había decidido no esperar allí a ser atrapado. Justo cuando Kyle comenzaba a correr hacia su posición con una torpeza casi cómica debido a la intensidad de la corriente de aire contra su espalda, Kosmar rompió el cuello del acólito con un breve movimiento de sus manos, y tomando el arma del caído, apuntó hacia el luchador más cercano que se hallaba junto a la puerta y disparó. Su acción atrajo de inmediato la atención de aquella masa de thanagarianos, que como un solo ente se apretó contra la pared opuesta para permitir el paso de Kosmar.

El Green Lantern había recorrido ya la mitad de la distancia que los separaba, cuando algo le golpeó de nuevo por la espalda. Una mole en movimiento que lo tiró sobre el suelo y arrastró un par de metros mientras el arma que acababa de quitarle al segundo acólito salía despedida hacia la barra. Al girarse confundido, descubrió las fauces abiertas y repletas de afilados dientes del sauriano a quien poco antes había insultado.

-¿Dónde creesss que vasss, basssura? –siseó el alienígena. -¿Quién esss el “puto lagarto de cloaca” ahora?-.

“¡No tengo tiempo para esto!” pensó Kyle desesperado debatiéndose bajo el cuerpo del alienígena. Con impaciente precisión, golpeó en dos puntos de la anatomía del otro que sabía por las lecciones de lucha que había recibido de Batman que dejarían incapacitado a cualquier oponente humano, pero que claramente no tenían su equivalente en un sauriano. En respuesta, el “Downsider” chocó su frente contra la de Kyle, aturdiéndolo por partida doble al impactar la nuca del Green Lantern contra el suelo. A continuación, el enardecido sauriano abrió su amplia boca reptiliana con la aparente intención de arrancarle la garganta de un mordisco, pero antes de que tuviera la oportunidad de hacerlo, Kyle le practicó una llave con ambas piernas, lanzándolo por encima de su cabeza para que se estrellara contra la barra. El alienígena se recuperó rápido, pero el Green Lantern alcanzó su arma aún más rápido, y tan pronto lo hizo, le apuntó con ella.

-¡Ni se te ocurra moverte de ahí! –gritó con la sangre goteándole de una fea herida abierta por encima de sus ojos.

El sauriano pareció sonreír, aunque quién podía asegurarlo con aquella enorme boca abundante en gruesos dientes. El Green Lantern, por su parte, no sabía cómo salir de aquella situación. Con su anillo de poder controlaba la intensidad de los pulsos de energía que disparaba, y no sentía ningún temor al dirigirlos contra sus enemigos, pero aquel arma… Había descubierto cómo accionar el mecanismo de descarga, pero nada sobre el modo de regular su potencia, si es que esto era posible, y por lo que le había hecho al metalocristal del ventanal, su capacidad de destrucción no era poca. Disparar al sauriano suponía matarlo o dejarlo gravemente herido y aquello era algo que no estaba dispuesto a hacer, ni siquiera para garantizar el éxito de su accidentada misión encubierta. Aunque no se atrevía a desviar la mirada de los ojos del alienígena, calculaba que Kosmar ya habría cruzado la puerta de salida, y probablemente alcanzado el ascensor que le permitiría abandonar aquel nivel de la Torre.

El sauriano dio un paso hacia Kyle. Lentamente, como si estuviera evaluando su reacción. Obviamente percibía que el Green Lantern no se decidía a dispararle, lo cual debía de resultarle difícil de entender, pues era más que probable que fuera la primera vez en su vida que se cruzaba con alguien con tantos escrúpulos. El reptil movió su boca sin labios, pronunciando unas palabras que Kyle no pudo escuchar debido al fuerte silbido del aire que seguía azotándoles, y claramente, se dispuso a saltar sobre él. El Green Lantern resolvió entonces arriesgarse y optó por una solución intermedia: disparar contra la barra donde se servían las bebidas, apenas medio metro detrás del sauriano, provocando que ésta reventara y derribara así al alienígena con la lluvia de fragmentos metálicos que siguió a la explosión. Antes de reanudar su carrera hacia la salida, Kyle se detuvo un segundo para comprobar que, efectivamente, a pesar del lamentable estado en que había quedado, con multitud de cortes por todo su cuerpo, el caído conservaba todos los miembros y no se distinguía en él ninguna herida de extrema gravedad.

Su escaramuza con el sauriano no había pasado desapercibida a los thanagarianos que aún trataban de abandonar la taberna, de manera que cuando el Green Lantern alcanzó la puerta ni siquiera necesitó apuntarles con su arma para que éstos se hicieran a un lado.

-¿Por dónde se ha ido? –gritó dirigiéndose a los luchadores que halló al cruzar la puerta, en el interior de una pequeña estancia con acceso a dos ascensores, sin tener que aclarar a quién se refería. Sin mucho entusiasmo, el thanagariano más próximo a él señaló hacia el ascensor de la derecha.

Tanto la pared que daba al exterior como los propios conductos verticales por los que se desplazaban los elevadores eran de metalocristal, de manera que al situarse a un lado del ascensor indicado y mirar hacia abajo, Kyle pudo ver a Kosmar descendiendo hacia los niveles inferiores de la Torre. El Green Lantern no pudo evitar que un sonoro “¡Joder!” saliera de su boca entonces: se le había escapado por muy poco.

Presa de la frustración, buscó con la mirada el ascensor de la izquierda para, en el caso de que estuviera llegando, tratar de seguir al thanagariano huido en él. No lo encontró, pero en cualquier caso se dio cuenta de que aquello era ridículo: aunque el otro ascensor llegara en aquel mismo instante, Kosmar le llevaba demasiada ventaja, y sin duda lo perdería cuando el thanagariano se detuviera en cualquiera de los niveles inferiores. Había fracasado. Por más que le doliese aceptarlo… Inesperadamente, su rostro se iluminó al descubrir fuera, a unos veinte metros del muro de metalocristal que lo separaba del exterior, un pequeño vehículo de apariencia similar a un helicóptero terrestre, que se aproximaba volando a la misma altura que ocupaba Kyle en el nivel 438 de la Torre. Un vehículo que reconoció de inmediato y que le ofrecía una partida extra para continuar el juego; su compañera en aquella misión encubierta, Kawen Dan, lo pilotaba.

La primera reacción del Green Lantern fue tratar de llamar su atención agitando los brazos, para señalar a continuación el ascensor en el que huía Kosmar, pero percatándose de lo absurdo que era pretender que ella lo siguiera en su vehículo aéreo, Kyle se detuvo. Permaneció inmóvil unos segundos. Entonces, sacudió un par de veces la cabeza con resignación, dio unos pasos hacia atrás y apuntó su arma contra la pared transparente. A su espalda, los luchadores reaccionaron retrocediendo precipitadamente hacia el interior de la taberna en una confusión de gritos:

-¡Por los Siete Infiernos!-.

-¡Al suelo! ¡Echaos todos al suelo!-.

Tan pronto como Kyle disparó sobre la pared, en un punto situado a unos dos de metros a la derecha de la puerta del ascensor, el viento que aún penetraba por el orificio que había abierto en el ventanal de la taberna, y cuya fuerza disminuía allí junto a los ascensores, se transformó en un auténtico huracán al estallar el metalocristal y abrirse una segunda abertura en aquel nivel de la Torre. La tremenda corriente de aire resultante no sólo escupió los fragmentos de la pared destrozada hacia fuera, sino que arrastró de igual forma al Green Lantern sin ninguna contemplación.

En el exterior, Kyle empezó a recorrer en caída libre los cerca de dos kilómetros que lo separaban del suelo de Thalrassa.

Continuará…


Referencias:
1.- Efectivamente, empezamos este capítulo retrocediendo un día entero para continuar la escena que cerró el Green Lantern #31. ¿Y la que concluyó el #32?, es posible que te preguntes; paciencia, paciencia…
2.- Tal y como se mostró en Superman #20, el último capítulo de nuestra macrosaga “Imperio”.
3.- ¿No has leído la saga “Utopía perdida” (Flash #3-8)? Mal, muy mal…
4.- Green Lantern #13.
5.- Puedes leer la explicación completa en Green Lantern #31.
6.- Si quieres conocer de primera mano la caza a la que fue sometido Kowan Dan durante la saga “Utopía perdida”, no tienes más que leer Flash #5 y 6.
7.- ¿Ves? Ahora sí, retomamos la acción donde se quedó al final del Green Lantern #32.

4 comentarios :

  1. Desde luego un número impactante que no he podido aguantarme a leer hoy jejeje
    Está dividido en dos mitades, pero ninguna defrauda, ya que tenemos una primera mitad en la que recibimos mucha información, la más importante la del destino de Lex. Y la otra mitad centrada en el presente y llena de acción.
    La verdad es que la estructura de los números me ha fallado un poco más que nada porque ya hace unos meses de la lectura de los números anteriores. Aunque en cuanto acabe la saga me la leeré del tirón y estoy seguro de que entonces dicha estructura funcionará a las mil maravillas jeje

    Comentar por otra parte que si bien he tenido medio segundo de pena por Lex, después me lo he imaginado a él torturando Psions xDD Habrá que esperar para ver que fue de él jeje

    Por otro lado la acción me ha parecido de lo más fluida e interesante, con Kyle poniendo en practica las clases que le dio cierto murciélago.

    En último lugar comentar que la portada es simplemente genial, representando perfectamente la tensión con la que nos deja el cierre del número. ¿Conseguirá Kyle subir al vehículo o tendrá que usar el anillo?
    Impacientes por el número 34!!!

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    1. ¡Gracias, Carlos! Me alegro de que te haya gustado el número.

      Con el tema de Luthor toca ser pacientes porque no volverá a ser retomado hasta el final de esta saga, pero bueno, ya falta menos para su conclusión :)

      Y respecto al "fallo de estructura" de los números... pues coincido totalmente contigo. Y lo malo es que el 34 está planteado de la misma manera :( Me temo que me he dado cuenta demasiado tarde de que saltar adelante y atrás en el tiempo al contar una historia por entregas, siendo lo normal que pasen algunos meses entre una y otra, es un error. Este salto continuo entre escenas funciona con un relato extenso que el lector pueda leer del tirón, pero así dividido sólo contribuye a confundirlo. En fin, nunca dejan de aprenderse cosas: prometo no volver a utilizar esta estructura en futuras sagas :)

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  2. Me encanta el nuevo enfoque temático por el cual ha cogido Action Tales. Las Series de GL nos están mostrando como se puede desarrollar otros aspectos de la continuidad de un universo compartido. Después de un capitulo introductorio, y uno más político donde el genial Killowog tuvo peso, nos toca seguir con las peripecias de Kyle Rayner. En esta historia el autor comienza a enseñarnos por donde vienen los tiros, pero lejos de darnos respuesta nos ha planteado más interrogantes. Me ha cautivado, y me temo que esto es mas grande lo que yo pensaba, habrá aventuras espaciales para rato, además de respuestas a nuestras interrogantes. El relato ha sido ameno, la primera parte me gusto mucho más que las escenas de acción, la verdad, me estoy poniendo viejo. Aun así, encontré esta interesante aunque algo confusa. Espero que el autor no nos haga esperar mucho para saber que va a pasar con nuestro héroe.

    Con respecto al Arte, como siempre Roberto destaca y brilla con su estilo característicos. Quedamos a la espera de mas aventuras.

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    1. Ah, las escenas de acción... Sí, supongo que todavía son una de mis asignaturas pendientes. Pero sigo trabajando en ello :)

      ¡Gracias por tus comentarios, Guillermo! ;)

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